Despertar mágico

05/01/2012 - 00:00 Charo Zarzalejos



  Después de una noche de nervios y fantasías, hoy nuestros niños tendrán su mágico despertar. Será casi inevitable que cuando abran apresuradamente sus paquetes, nosotros, los mayores, al menos por unos instantes nos acordemos de nosotros mismos. De cuando éramos pequeños y nuestros padres nos cogían en sus brazos y nos decían "fíjate, fíjate el rey viene por esa estrella". Naturalmente nunca se sabia bien a que estrella se referían, pero nos íbamos a la cama convencidos de que en esa estrella, detrás o delante de ella, nuestro rey vendría con lo pedido en la carta.


  Nuestros niños tendrán su mágico despertar, pero no todos nuestros niños porque muchos, muchísimos de ellos no tendrán nada y ni siquiera habrán soñado a lo largo de la noche. La inocencia de la niñez es inteligente y muchos de nuestros niños saben que hoy su despertar será como el de todos los días; es decir, triste, con lo mínimo para sobrevivir y casi con seguridad, con frío en el cuerpo. No quisiera ponerme dramática pero es hiriente, me pone mala conciencia saber de tanta miseria, de tanto abandono, de tanta falta de expectativas que anidan hoy en miles y miles de familias españolas porque el paro se ha ensañado en ellas.


  Bien está que la Unión Europea y los gobiernos _incluido el nuestro_ se ocupen del déficit, de la deuda, de la banca pero urge que alguien se ocupe de las personas. Los mayores, mal que bien, podemos con casi todo lo que nos echen encima, pero los niños. Los niños tienen que ser niños y como tales tienen el derecho no escrito a soñar, a tener la certeza de que su rey, ese que está en la estrella, no les va a fallar. Hoy, cuando nuestros afortunados niños abran sus paquetes nos veremos a nosotros mismos cuando éramos así, niños. Reconoceremos en sus sonrisas las nuestras propias de otros tiempos y llegarán los informativos y la sonrisa se nos helará al saber que muchos de nuestros niños no habrán tenido su mágico despertar y la dichosa prima de riesgo seguirá acosando nuestras vidas.