Despistados
Menuda semana de despistes llevamos. De embaucadores y burlados, de quienes no se enteran o no se quieren enterar, que es peor. Desde luego que el primer premio se lo lleva Luis Rubiales, el Alfredo Landa del fútbol español.
Despistar es borrar las pistas, hacer desaparecer las huellas para engañar a quien sigue un rastro, vender como real lo que no es más que un truco, una manipulación para conseguir lo que se pretende. Y despistado es quien, por sí mismo, no presta atención a su entorno, no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor y, como consecuencia de ello, toma decisiones o hace cosas absurdas: quien no sabe leer la realidad, quien la confunde con sus deseos, quien, en definitiva, vive en su propio mundo, pensando, como el del chiste, que el resto de coches va en dirección contraria.
Menuda semana de despistes llevamos. De embaucadores y burlados, de quienes no se enteran o no se quieren enterar, que es peor. Desde luego que el primer premio se lo lleva Luis Rubiales, el Alfredo Landa del fútbol español. Ustedes, como yo, no tenían ni idea de fútbol femenino hasta hace apenas quince días. Ni saben quién ganó el mundial anterior ni desde cuándo se celebra dicha competición. Se lo aclaro, no porque tenga idea sino porque lo acabo de ver en Google: empezó en 1991 y EEUU lo ha ganado cuatro veces. Al fútbol femenino, de unos meses a esta parte, se le ha dado un impulso mediático e institucional sin parangón. De repente se habla de él en los medios de comunicación, se promociona y se le da una visibilidad que ninguna jugadora hubiera soñado. No porque haya habido una demanda, no por la habilidad deportiva de sus protagonistas. No. Ha sido una decisión consciente dirigida a visibilizar a la mujer, a conseguir mayores cuotas de igualdad, que bienvenida sea. Cualquiera con dos ojos lo ha visto. Pero no se ha enterado el presidente de la Federación de Fútbol, que en su papel de marichulo besa en la boca a “sus” futbolistas, se toca los huevos -con perdón- en presencia de la reina y deja entrever toneladas de caspa.
No es el único despistado. José Manuel Soto insulta al presidente del gobierno, a sus votantes y a media España para retractarse cuando hasta los ayuntamientos gobernados por el PP suspenden sus conciertos. En fin. O qué decir de Feijóo, empeñado en ser protagonista por un mes, en insistir en que quiere encontrar a cuatro diputados dispuestos a inmolarse por él y por España. Malo es si sigue despistado después de la noche electoral, si aún no ha entendido por qué no ha conseguido ni acercarse al peor de los pronósticos que le daban las encuestas, pero peor si ha manipulado al rey en busca de no se sabe qué milagro. Ya veremos. De Prigozhin ni hablamos.