Diálogo imposible

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

EL HALCÓN
Andrés Aberasturi, PERIODISTA
“ De esa creencia nace la teoría de los enfrentamientos internos que se quieren adivinar en el seno de la banda”.
La comparecencia de De Juana en Belfast -a la espera a estas horas de encontrar un intérprete- y la detención en Francia de “Txeroki”, representante, al parecer, de la línea más dura de ETA (en ETA hay líneas duras, muy duras y las más duras, que nadie se engañe), han sido dos noticias importantes que han ocupado, y ojalá sigan ocupando, la cabecera de periódicos e informativos. Las biografías de ambos son sencillamente espeluznantes y a los hechos terribles de los que han sido protagonistas, habría que añadir esos pequeños detalles que definitivamente los clasifican como indignos representantes de la raza humana: desde el brindis por unos asesinados de De Juana, hasta la chulería de Txeroki que al parecer alardeaba de haber sido él quien mató recientemente en Francia a los dos jóvenes guardias civiles.
Pero junto a estas dos buenas noticias -magnífica la de la detención del presunto jefe de los comando de ETA- empiezan a surgir voces insinuando o diciendo claramente que tal vez ahora si sería el momento de negociar; se ha creado todo un ambiente -estoy seguro que bienintencionado- favorable a la apertura de un nuevo proceso de diálogo aunque, escarmentados por el anterior, esta vez sin concesiones de ningún tipo y ofreciendo solo la alternativa de la desarticulación de la banda. El problema no es ya el de tropezar dos veces en la misma piedra sino el de creer que ETA es una organización que además de criminal no es homogénea, no está formada por elementos iguales.
De esa creencia nace la teoría de los enfrentamientos internos que se quieren adivinar en el seno de la banda entre los partidarios de una línea más proclive a la negociación (con José Ternera) y otra dura que estaría encabezada por el hoy detenido “Txeroki”. La realidad se ha encargado de demostrar una y otra vez que la negociación, aun admitiendo que existan estas dos tendencias y hasta precisamente porque tal vez existan, no conduce a ninguna parte. Mientras se negociaba con los “dialogantes”, ETA se rearmaba, robaba munición, pistolas y explosivos hasta que presuntamente el mismo “Txeroki” puso fin unilateral a la tregua con la bomba en la T-4. Y el problema es que siempre hay un Txeroki de repuesto, un iluminado sanguinario empeñado en perpetuar el mito de la lucha armada. Es cierto que hay presos hartos de todo esto, tan cierto como que los hay que acaban de empezar y en la memoria de todos están las escandalosas imágenes de algunos terroristas en la Audiencia Nacional desafiando con una chulería impropia no ya los magistrados sino a las propias familias de las víctimas.
Ya hemos visto demasiadas veces que la negociación es imposible, que ETA es hoy algo mucho más perverso y viciado que unos desaprensivos pseudo gudaris, que están infinitamente más cerca de una ser una organización mafiosa que una banda poética de asesinos. No hay nada que negociar porque ya saben de sobra lo único que pueden hacer: entregar las armas y luego hablaremos. Malo sería para todos que volviéramos a caer en la tentación urgidos por la paz de poner las dos manos sobre una mesa de diálogo cuando ya sabemos que ellos solo enseñan una y porque en la otra tienen la pistola. Después de treinta años de democracia y varios intentos de acercamiento, al Estado sólo le queda la lucha policial y esperar a que sea la banda quien decida abandonar las armas. Que la democracia es hoy más fuerte y ETA más débil, no debería ser solo una frase sino una convicción íntima que guiara las acciones del Gobierno.