Dinamita para hacer política

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Punto de vista
ANTONIO PAPELL, PERIODISTA
“El ataque a la ‘Ertzaintza’ sugiere, además, que ETA lanza un aviso al nacionalismo vasco para evitar que la Cámara autonómica expulse al PCTV, tal como ha exigido el Tribunal Supremo”.
Después de varios intentos fallidos de irrumpir violentamente en la vida pública vasca, ETA ha hecho brutal acto de presencia este fin de semana con tres coches bomba, con el saldo trágico de un muerto y numerosos heridos. El cuartel de la ‘Ertzaintza’ en Ondárroa, la emblemática sede de Caja Vital en Vitoria y el Patronato Virgen del Puerto de Santoña (en Cantabria) han sido los objetivos. En Ondárroa, la banda trató de provocar una matanza de ertzainas al provocar a los policías acuartelados con cócteles molotov para que salieran a descubierto, donde hubieran sido alcanzados por la explosión, que no fue precedida de aviso alguno. En Santoña, el objetivo era una residencia militar, y el ciudadano muerto –el tercero a manos de ETA en lo que va de año- era un brigada del Ejército.

Analizar los móviles concretos de la organización terrorista o indagar en el pretendido significado político de los coches bomba es absurdo porque la ilación argumental que guía a los asesinos está fuera de toda argumentación racional. De cualquier modo, aunque sea por razones de legítima defensa, es inevitable que la sociedad democrática trate de atisbar hacia dónde apuntan los asesinos. Y si se emprende este incierto ejercicio interpretativo, se llega en primer lugar a la conclusión de que ETA ha querido mostrar mediante la dinamita su irritación por la ilegalización de los dos frentes de su brazo político y por el encarcelamiento de los miembros de las Gestoras pro Amnistía y de Askatasuna, también disueltas. El desmontaje judicial de ANV y del PCTV vuelve a dejar a la izquierda ‘abertzale’ fuera de las instituciones que los terroristas pretenden destruir también desde dentro. Si hubiera dudas, las bombas de ETA corroboran que los dos grupos ilegalizados eran, en realidad, segmentos del entramado etarra.

El ataque a la ‘Ertzaintza’ sugiere, además, que ETA lanza un aviso al nacionalismo vasco para evitar que la Cámara autonómica expulse al PCTV, tal como ha exigido el Tribunal Supremo. Una exigencia que, de no cumplirse, puede desembocar en la incriminación de la Mesa del Parlamento, como ya sucediera cuando se produjo la ilegalización de Batasuna. Todavía ETA no se atreve a atacar directamente al PNV, pero este partido, que sabe que la amenaza le ronda, tendrá que salir más pronto que tarde de la ambigüedad. El coche bomba contra la sede de la Caja Vital alavesa, que ha dañado seriamente el magnífico y emblemático edificio corporativo inaugurado el pasado año, es más explícito: dicha institución, a cuyo frente está Gregorio Rojo, hermano de Javier Rojo, socialista y presidente del Senado, se venía oponiendo a la fusión de las tres grandes cajas vascas, de forma que la vizcaína y la guipuzcoana habían decidido ya integrarse de momento al margen de la vitoriana. Tal resistencia a una iniciativa tan “patriótica” del PNV merecía sin duda una reprobación brutal de los fanáticos.

El triple atentado, que acredita la reconstitución del recientemente desarticulado ‘comando Vizcaya’ con ‘liberados’ procedentes de Francia, pretende transmitir en fin a la propia clientela de la izquierda ‘abertzale’, a los presos de ETA y a toda la opinión pública la equívoca sensación de una resurrección de la organización terrorista, con el fin último de poner de manifiesto su terrorífica potencia de fuego y de empujar al Gobierno a un nuevo escenario de negociación, hoy imposible pero –a juicio de ETA- asequible a medio plazo.

Es evidente que el mejor antídoto contra semejante pretensión es, además de la lucha policial implacable contra los criminales, el fortalecimiento del pacto antiterrorista cuyas bases acaban de establecer los dos grandes partidos. Después del escarnio etarra a la voluntariosa tentativa de paz que realizó el Gobierno durante la legislatura anterior, y que saltó por los aires al producirse el atentado de la T-4 de Barajas, resultaría suicida para los demócratas dejar el menor resquicio a la posibilidad de una nueva negociación.

ETA, sus partidarios, sus presos y quienes han alardeado de recoger las nueces del árbol que los terroristas agitan deben saber que ya no es tiempo de condescendencia y que la última oportunidad que tenían los violentos y su entorno de salvar relativamente la cara pasó ya y no va a volver a repetirse. Como ha manifestado con firmeza el presidente del Gobierno a raíz de los atentados, el único horizonte de los terroristas es la prisión. Allí van a pudrirse quienes ya están y los que acaban de cometer esta triple y brutal indignidad.