Doña Elena: "Si señor"

17/11/2010 - 00:00 Consuelo Sánchez Vicente

Me parece impresentable que la vicepresidenta económica Salgado no estuviese en la apertura de la reunión del Eurogrupo sobre el contagio del 'rescate' irlandés, porque tuvo que quedarse en Madrid a votar en el Congreso contra la enmienda de 'descongelación' de las pensiones que IU logró salvar 'de estrangis' del veto de Zapatero. Ya que al Gobierno le ha dado ahora la fiebre de anteponer los intereses nacionales a todo, incluso a los Derechos Humanos (véase el Sahara) debería ser coherente: el interés nacional ese día está claro que estaba en Bruselas, y la única razón de la permanencia de Salgado en Madrid fue evitarle a los socios presupuestarios del Gobierno, el PNV y Coalición Canaria, el mal trago de tener que decir digo donde siempre habían dicho Diego, en materia tan explosiva como las pensiones * Con elecciones a la vuelta de año y medio, dinamita. Ni al PNV ni a CC creo que haya nada que reprocharles. Los partidos nacionalistas al servicio del amo del festín - ora del PSOE, ora del PP, que los dos han pecado de esta lujuria - siguen el protocolo de mirar para su autonomía 'y el que venga detrás que arree', sus idas y venidas de Herodes a Pilatos, con ZP o con Aznar, hace tiempo que no engañan a nadie. Ni el PNV ni CC han tratado de disimular que lo que parecía un canje de cromos era eso, ni se han recatado de advertir que, o cobraban lo convenido en transferencias y en euros, o no habría 'trato'. Que el presidente del Gobierno, Zapatero: constitucionalmente obligado a velar por el bien común, anteponga sus tacticismos partidarios al interés nacional, es lo repudiable. Cuando un país tiene un problema de credibilidad, como es nuestro caso, lo que hay que hacer es dar la cara y los datos donde toca, en vivo y en directo, y el partido 'irlandés' se está jugando en Bruselas. Afirmar desde Madrid que no hará falta una segunda tanda de recortes ni tememos el contagio porque España está haciendo "los deberes", como ha hecho Salgado, suena arrogante: el peor error. Bruselas si que nos ha pedido esas nuevas medidas de ajuste y los mercados si que albergan las dudas que dice no tener Doña Elena sobre la fiabilidad de nuestro compromiso de reducir el déficit al 6% del PIB en 2011, si la reestructuración de las Cajas se hará con la dosis y la velocidad adecuadas, o en que parará la yenka - ahora sí, ahora no - de la reforma de las pensiones.