Dos reflexiones sobre Bildu

17/06/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando

 
Los excelentes resultados electorales de Bildu la han llevado a una colocación inédita por lo favorable del sector político conocido como izquierda abertzale, y no sólo en San Sebastián y resto de Guipúzcoa. Toda la campaña previa de exigencia de su ilegalización, estemos de acuerdo o en desacuerdo con la misma, es claro y evidente que la ha favorecido electoralmente, al excitar el celo de sus partidarios. Algo parecido a lo que sucedió años atrás con Esquerra Republicana de Catalunya. Estas situaciones y esas reacciones forman parte del abc de la política y parece mentira que lo ignoren los más interesados en conseguir los fines de esas campañas. Y me parece que todavía no se habla de lo que puede suceder en las elecciones generales, si es que Bildu o sus iguales decidiera presentarse a ellas, cosa que no debe de estar decidida. Supongo que todos recuerdan cuando Herri Batasuna obtuvo nada menos que cuatro diputados en el Congreso de la carrera de San Jerónimo.

   Y en circunstancias tal vez menos favorables para ellos, pues el terrorismo era una realidad presente cada día. El otro capítulo de esta cuestión es el de su significado en el hecho democrático español. Los contrarios a la presencia electoral de la izquierda abertzale habrán reflexionado ahora y tal vez se hayan dado cuenta de que era una pretensión muy discutible la suya, cuando ya han visto que se trata de un sector con fuertes apoyos en la sociedad vasca y también en la navarra. Sería muy difícil de explicar la permanencia en la ilegalidad de una fuerza política capaz de llegar a la alcaldía de San Sebastián.

   Puede gustar mucho, poco o nada, pero la realidad democrática tiene pocas, o ninguna, salidas para excluir a Bildu o a cualquier formación política de semejantes características y apoyos. Creo que el Tribunal Constitucional es el que supo ver todos los contornos del problema, dejando de lado las preferencias íntimas de los magistrados, sobre las que a mí no me cabe ninguna duda. Nadie debe creerse en posesión de la verdad absoluta. En caso de duda, para eso tenemos instituciones como el TC.