El abandono de Pizarro

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
Cayetano González / Periodista
¿Por qué la política expulsa a personas tan valiosas como Manuel Pizarro? ¿Por qué Mariano Rajoy no ha querido o no ha podido retener en sus filas a alguien que goza de un indiscutible prestigio profesional como el ex presidente de Endesa y ex presidente de la Bolsa de Madrid? Estos son sólo dos de los interrogantes que uno se puede plantear a partir del abandono de su escaño y por tanto de la política de quien en las pasadas elecciones generales fue presentado por Rajoy como su fichaje estrella y al que colocó ni mas ni menos que como número dos de la lista del PP por Madrid.
En el caso de Pizarro no se sabe si es antes el fuero que el huevo. Es decir, si el PP hubiera ganado las elecciones generales en marzo del 2008, con toda seguridad que el empresario Pizarro hubiera sido vicepresidente económico del Gobierno de Rajoy. Pero al perderlas, ese escenario se desvaneció y cambió radicalmente la situación. Ya se sabe que en la oposición suele hacer mucho frío y, sobre todo, uno tiene pocos cargos que repartir entre sus fieles. Pero lo que el presidente del PP ha hecho con Pizarro tampoco tiene mucha lógica, ya que lo arrinconó en el grupo parlamentario y no le encomendó ninguna tarea relevante, dentro, reitero, de lo que puede repartir entre su gente el líder de la oposición, que es más bien poco. Harto de esta situación, Pizarro, que dicho sea de paso no necesita, como otros, de la política para comer, ha optado por la decisión más lógica y coherente. Si no se cuenta con él, si no se le consulta nada, a uno no le queda mas remedio, por dignidad, que irse a su casa. No es la primera vez que le pasa esto a Rajoy. Por circunstancias distintas, tampoco logró retener en la primera línea de batalla a una persona tan admirable y valiente como la ex presidenta del PP del País Vasco, María San Gil. Pero quizás no toda la culpa sea, en este caso, de Rajoy. Para quien se incorpora a la política proveniente del mundo de la empresa o de profesiones liberales, el atractivo del quehacer político es hartamente discutible. No solamente es que se gane menos dinero que en esas otras actividades. Es que, el desprestigio de la política y de los políticos es cada vez mayor, como continuamente se pone de manifiesto en las diversas encuestas. Sería deseable que esto no fuera así, pero de hecho, a los partidos políticos cada vez les resulta más difícil “fichar” a personas de valía provenientes del mundo empresarial, académico, jurídico, etc. Es verdad que hay vida fuera de la política. Pero también sería deseable que en la cosa pública hubiera personas de valía, competentes y, por supuesto, con deseos de servir y no de servirse de los demás. De momento, la política ha perdido a una persona íntegra y valiosa como Manuel Pizarro. Desgraciadamente no será el último caso.