El agua, un tema sin resolver

23/07/2015 - 23:00 Redacción

Pasan los años, cambian o vuelven los gobiernos de uno y otro signo político y el problema sigue siendo el mismo desde que el agua del Tajo se va al Segura a través de continuos y continuados trasvases y ante la resignación o pasividad de quienes se ven privados del preciado bien. Guadalajara, que se moviliza cuando es preciso por distintas causas, no sale a la calle de manera contundente para mostrar su rechazo e indignación ante lo que es una auténtica vergüenza, el expolio de su agua. Por supuesto que se trata de operaciones perfectamente legales porque las distintas normativas lo han justificado, pero que se quite el agua de donde hace falta para llevarla a regar huertos en otras zonas no es el cumplimiento de un principio de solidaridad territorial, que todos entenderíamos y apoyaríamos, sino un perfecto abuso. Recordamos que, al menos de cara a la galería, gobiernos regionales socialistas de otros tiempos se enfrentaron por este tema al nacional de su mismo partido y confiamos que ahora lo vuelvan a hacer, por simple justicia. Nuestros pantanos no llegan ni al 18% de su capacidad, la mitad que el pasado año por estas fechas, en parte también por la sequía, y parece claro que la reserva mínima garantizada por ley en el famoso último acuerdo del agua entre todas las partes, de los 400 hectómetros cúbicos, no resulta suficiente. Siempre hemos defendido una política hidráulica común para el conjunto del Estado con criterios de justicia y solidaridad entre las distintas zonas con sus correspondientes compensaciones, pero la realidad es que a nadie, salvo a ellos mismos claro, le preocupa el desarrollo de los municipios ribereños, la pésima imagen para su turismo de unos pantanos semivacíos ni su progresiva despoblación. Nos alegramos de que al menos en Sacedón empiecen a movilizarse y busquen contagiar a los municipios del entorno. Las pancartas en la zona y en las redes sociales con el mensaje ‘¡¡ Basta ya!! No al trasvase’ , revolución pacífica, debe servir para que se tome conciencia de la realidad y se legisle por el bien de todos, también, de una vez, del nuestro.