El aplauso

20/03/2012 - 00:00 Julia Navarro

 
 

  En realidad, este artículo debería de llevar por titulo "Los aplausos", y es que la de Cádiz es la segunda ocasión en que nuestros políticos dedican al Rey una ovación que es algo más que un trámite para agradecer su presencia en un acto institucional. Al Rey se le aplaudió y mucho durante la inauguración de la legislatura. Sus señorías puestos en pie en el hemiciclo quisieron rendirle homenaje y sobre todo hacerle sentir afecto. Lo mismo ha sucedido en Cádiz durante la conmemoración de la Constitución de 1812. El aplauso al Rey fue más allá de lo que se espera en un acto protocolario.

  Estas manifestaciones de reconocimiento y afecto al Rey tienen que ver con el deseo espontáneo de los dirigentes políticos de hacer llegar a don Juan Carlos su solidaridad en un momento en que la Monarquía, no diré que esté en entredicho, pero sí que está sufriendo el embite del caso Urdangarin. Y añadamos que en las encuestas se refleja un cierto desapego. Así las cosas, hay toda una generación, la de la Transición, que se siente unida al Rey por lazos intangibles que tienen que ver con haber compartido una etapa germinal de la Historia de España con un momento dramático como fue la intentona golpista del 23 de febrero de 1981. Creo yo que la mayoría de esa generación es juancarlista. Pero no es el presente lo que está en cuestión y mucho menos la figura del Rey.

  Don Juan Carlos tiene más que ganado su trono, de manera que esos aplausos largos y espontáneos, son una manera de decirle al Rey que cuenta con el apoyo y el afecto de las instituciones y de la mayoría de a quienes representan. Otra cosa es el futuro, porque la generación actual no tiene esa vinculación emotiva y sentimental con la Monarquía, y está bien que no la tenga, por lo que la Jefatura del Estado debe de responder a intereses generales basados en la razón y no a emociones.

  Estoy segura que vendrán más aplausos, que habrá más ocasiones en que el Rey sienta el afecto no solo de quienes representan las instituciones sino de los propios ciudadanos, pero el quid de la cuestión ya digo que es el futuro. En el caso de una Monarquía, los hijos son los que tienen la responsabilidad de estar a la altura de lo que se espera de ellos y por tanto de ellos dependerá ese futuro. Aquí nadie se tiene ganado nada por el hecho de heredar, de manera que después de don Juan Carlos ya se verá. En cualquier caso, el de Cádiz fue un acto que transcendió la celebración de la Pepa, fue también una ocasión para reivindicar al Rey don Juan Carlos, naturalmente.