El baño de masas de ZP

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: Redacción
LA QUE NOS VIENE ENCIMA
FERNANDO JÁUREGUI - PERIODISTA
“Es muy difícil el papel que le ha tocado a Corbacho, por eso mismo, le han exigido que no multiplique tanto sus comparecencias públicas”.
Escogió Zapatero dos oportunidades de ‘baño de masas’ antes de enfrentarse a los leones de las Cortes este miércoles: el congreso del Partido Socialista Madrileño este sábado y la ya tradicional comparecencia que marca el inicio del curso socialista en Rodiezmo (León), hoy domingo. Dos oportunidades para congregar entusiasmos, aunque no para pulsar la verdadera temperatura política del país. Porque, a falta de encuestas que profundicen en las primeras impresiones que nos arrojó el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas, yo diría que Zapatero anda en horas algo bajas; no solamente porque la crisis económica sacuda muchas conciencias, sino también porque se evidencian fallos patentes en la marcha coordinada del gobierno socialista.

Que uno de los ministros de mayor proyección pública y con evidente imagen de solidez y profundidad, como el titular de Trabajo Celestino Corbacho, coincida en el tiempo en un serio patinazo con una ministra que representa exactamente lo contrario, como la titular de Igualdad, debería resultar un hecho significativo para quien ostenta la responsabilidad de coordinar el Gabinete. Se entiende el patente enfado de la vicepresidenta Fernández de la Vega cuando, a micrófono abierto, desautorizó a Corbacho, que se había precipitado al decir que se iban a suprimir las contrataciones de inmigrantes en origen. Es muy difícil el papel que le ha tocado al ministro de Trabajo, responsable de la inmigración; por eso mismo, le han exigido que no multiplique tanto sus comparecencias públicas y que aquilate y consensúe con el resto del Consejo de Ministros sus declaraciones.

Lo de Bibiana Aído es muy otra cosa: no resulta difícil escuchar descalificaciones hacia su trayectoria procedentes de muy responsables dirigentes socialistas –este fin de semana, sin ir más lejos, en los pasillos del congreso del Partido Socialista Madrileño--. Por eso mismo, se entiende mal que, en un esfuerzo por encontrar un papel para la titular de la extraña cartera de Igualdad, le atribuyesen ‘desde arriba’ la tarea de abrir un nuevo frente, nada menos que el del aborto, que hasta ahora estaba cerrado y que, en todo caso, sería competencia de los ministerios de Sanidad y Justicia.

Nunca me creí del todo esas explicaciones que dicen que de lo que se trata es de desviar la atención de los temas que verdaderamente preocupan al gobierno, como por ejemplo la situación económica. No tendría sentido, ya que este miércoles, en el Parlamento, el gran debate se va a centrar en esa cuestión, que angustia, y mucho, a los españoles, como lo demuestran todos los sondeos conocidos y no tan conocidos.

Aseguran que los asesores presidenciales –tengan la influencia que tengan—andan algo divididos entre los que predican que el presidente debe reconocer palmariamente la gravedad de la situación y quienes, a mi modo de ver más razonablemente, opinan que el alarmismo presidencial no haría más que empeorar las cosas. Tengo para mí que el miércoles ZP se inclinará por este último sendero, y dejará muchos portillos abiertos a la esperanza. Que yo creo que es, en el fondo, lo que se espera de él, no que ande enturbiando el fondo del estanque con debates artificiales, como el del aborto o la memoria histórica, cuestiones que ahora, como diría el Jordi Pujol de los buenos tiempos, no tocan.