El Barça y Zapatero

30/11/2010 - 00:00 Esther Esteban

La única alegría que ha tenido el presidente del Gobierno en las últimas semanas se la ha dado el Barça consiguiendo esa mayoría absoluta sobre el Real Madrid, que hubiera sido el sueño dorado del maltrecho y humillado Montilla. ZP está triste y sólo porque la suerte le ha dado la espalda y ya ni siquiera esas bonitas fotos, que se suele sacar de la manga para completar su álbum personal y dar imagen de poderío de puertas afuera, le sirven para darse un respiro. Esta acogotado por los mercados, acobardado con el PIB, la deuda, el déficit, el paro y los fantasmas de la intervención. Noqueado en las elecciones y hasta la Cia de Obama le sitúa como un romántico, cortoplacista "con pretensiones propias de una izquierda trasnochada". Vamos que mire hacia donde mire su estrella se ha apagado y la "baraka" que se le presumía se ha evaporado en un ambiente del todo hostil. Como no es creyente tampoco se le puede aplicar el "Dios proveerá" ni esperar que sea capaz de conducir a su pueblo a la tierra prometida. Ya está en ese dulce lugar de leche y miel que debería ser la Moncloa, sólo que cada día que pasa la leche se le agría más y la miel se transforma en hiel. He de reconocer que siempre he tenido cierta debilidad por el árbol caído y ahora que los suyos le han abandonado, que es negado una y cien veces, antes del amanecer por los que deberían darle consuelo, ánimo y esperanza sería justo reconocer que él ha podido equivocarse y mucho, pero ni ese camino del error lo ha recorrido solo, ni las culpas son únicamente suyas. Durante los años de "vino y rosas" pocos en el seno del PSOE se atrevieron a enmendarle la plana o hacer un ejercicio de lealtad, que no de sumisión de la que ha habido y mucha. No le dijeron abiertamente que su apuesta por la "geometría variable" tenía riesgos innecesarios, que afirmar sin más que la Nación era un concepto cuestionado y cuestionable podría resultar altamente peligroso para un partido con vocación nacional, que sus filtreos con los independentistas podían tener consecuencias imprevisibles o simplemente que también se acaban los conejos de la chistera y que improvisar no sirve, cuando los bolsillos están vacíos. El presidente ha podido equivocarse negando las evidencias, queriendo eliminar la palabra crisis del diccionario o pensando que era suficiente con sacarse de la manga un par de leyes de memoria histórica o del aborto para tener al electorado de la izquierda comiendo de su mano, pero los suyos no le han hecho un "ruidito" y por lo tanto con su silencio cómplice le han puesto al borde del precipicio. Falta año y medio para las elecciones y tanto en Moncloa como en Ferraz se vive una intensa sensación de fracaso, de final de ciclo y, lo que es peor, en los aledaños del poder muchos están ya abandonado el barco para ponerse a buen resguardo antes de que se hunda. Es verdad que las catalanas no auguran para los socialistas nada bueno en otros territorios y que lo ocurrido allí puede ser el mal augurio de una debacle a nivel nacional, pero ni se ha acabado el partido, ni los adversarios tienen garantizada la goleada del Camp Nou. Zapatero está triste, solo y tal vez en su pecado tenga la penitencia, pero es el mismo que hasta hace bien poco los suyos sacaban bajo palio. La diferencia es que ahora lo que interesa es vapulear al líder y culparle de todos los males en un intento de salvar al partido y los muebles que queden para no hundirse todos con él. Ya se sabe ¡al suelo! Que vienen los nuestros .