El calvario de las listas
28/08/2011 - 18:31
Si usted piensa que alcanzar un mínimo consenso dentro de los dos partidos mayoritarios acerca de la velocidad y profundidad de la reforma constitucional ha sido un encaje de bolillos, no pierda usted la oportunidad de, si le dejan las cerradas ventanas de nuestras formaciones políticas, observar de cerca lo que se cuece a la hora de elaborar las listas electorales. De eso es de lo que, en el fondo, van a tratar todas las formaciones a partir de esta semana, aunque mucho esté ya dilucidado. Me da la impresión de que vamos a asistir a una 'limpieza generacional' que ríase usted de los tradicionales relevos al uso en cada nueva Legislatura. Y es que a nuevas eras, nuevas caras. O, lo que es lo mismo, las revoluciones no se pueden hacer con los mismos cuya principal actividad consistía en frenarlas.
No se deje usted engañar por el hecho de que el próximo presidente del Gobierno puede ser casi un sesentón, contra lo que veía ocurriendo en convocatorias anteriores, en las cuales si, al llegar a los cuarenta años, no eras ya presidente del Gobierno, no tenías nada que hacer en la política española. He hablado con no pocos parlamentarios a los que quedan, literalmente, tres sesiones plenarias y un par de telediarios y he constatado su convicción de que, pasados los cincuentaypocos años, sus posibilidades de repetir en las candidaturas son entre mínimas y nulas.
Y así ocurre en el Partido Socialista y en el Popular, aunque en las formaciones 'menores' las cosas podrían tener un sesgo más continuista. Personajes 'de toda la vida' en los escaños, como, señaladamente, Alfonso Guerra o José Bono, o quizá la 'popular' Soledad Becerril, podrían desaparecer del hemiciclo tras toda una vida en el Congreso. Y ser sustituidos por casi ilustres desconocidos, más jóvenes, pero sin más trayectoria profesional que el haber estudiado una carrera cómoda, de esas que tienen escasas salidas en el mercado laboral, y haber militado en las organizaciones partidarias juveniles. O haber perdido en las primeras elecciones a las que se presentaban.
Tengo la impresión de que vamos a recibir pocas sorpresas cuando conozcamos, acaso dentro de no muchos días, las listas electorales que nos presenten los partidos: gentes fieles a los 'aparatos', seguramente felices porque nunca se ha introducido el tantas veces ofertado desbloqueo de las candidaturas y, menos aún una reforma electoral más contundente: la única que se ha producido, con el consenso de los mayoritarios, ha tenido lugar esta Legislatura, y ha consistido más o menos en un pacto para seguir dificultando la perfecta proporcionalidad y haciendo, así, que los 'terceros partidos nacionales' (señaladamente UPyD e Izquierda Unida) alcancen la justa representación a la que les darían derecho los votos recibidos.
Y no, hasta donde yo sé no entrarán en las listas ni técnicos brillantes, ni juristas de éxito que se han mantenido independientes, ni artistas de mérito, ni deportistas descollantes, ni escritores o periodistas incisivos y no 'pelotas'. Habrá menos arrugas y menos canas, sí, pero el mismo o menor aún talento. Y lo peor será que con esos mimbres habrá que hacer el cesto de la segunda transición que ya no llama a nuestras puertas, sino que ya está aquí, y lo hemos visto patentizado en la apresurada reforma constitucional que esta semana ya no se debate, sino que se consagra.