El cielo en sus manos
04/12/2010 - 00:00
Nos las prometíamos muy felices. Una vez celebrado el Consejo de Ministros del viernes comenzaba el puente. Lo más que se esperaba era una cierta atención a las nuevas ocurrencias del gobierno marroquí, pero poco más. Crónicas sobre el tiempo y el tráfico como es obligado en estas fechas y a descansar lo más posible. Mientras los ciudadanos y periodistas estábamos en esto, un grupo de trabajadores comenzaban a lanzar señales de descontento. Eran los controladores aéreos que son los que tienen el cielo en sus manos. Sin ellos, no avión que se mueva y sobre ellos recae la enorme responsabilidad de garantizar la seguridad de cientos de miles de personas que a diario viajan en avión. Había malestar y señales de alarma, pero nunca nadie pensó que se llegara tan lejos. Sin previo aviso, los controladores abandonaron sus puestos de trabajo y el cielo se paró. La situación se hizo caótica y ha derivado en que por primera vez en la historia de la democracia se decretara el estado de alarma. Ha sido la última baza a la que el Gobierno ha recurrido. Como explicó Rubalcaba se ha aplicado la ley y la gradualidad, pero ni una cosa ni otra ha servido para que los controladores reconsideran su postura. La huelga es legítima siempre que se convoque en tiempo y en forma y ellos, los controladores, tiene derecho a defender las posiciones que crean justas, pero nunca y bajo ningún concepto a paralizar el tráfico aéreo de todo un país. Sui irresponsabilidad_por muchos fallos que hubiera podido cometer el Gobierno_es manifiesta y la desproporción entre su enfado las consecuencia del mismo bien evidente. Nunca el fin justifica los medios. En este caso tampoco. El daño ya está hecho. Ya han conseguido que España, en un momento difícil, se convierta en noticia por el caos y que miles de historias personales hayan resultado perjudicadas. Lo ocurrido, lo que estamos viviendo no tiene precedentes y llegados a este punto, el Gobierno ha hecho bien en no dejarse ganar el pulso. Vendrán días complicados pero no hay más remedio que gestionarlos con determinación e inteligencia y, a ser posible, con consenso, dejando para otro momento los eventuales errores de unos y otros. Ahora lo que toca es que los ciudadanos se sientan protegidos y reconocidos en sus políticos y que se pongan las bases para que nadie nunca pueda poner a todo un país en jaque. Quienes forman parte de los servicios estratégicos de España a lo único a lo que no tienen derecho es a dejar el trabajo por stress. .