El copago que no vendr

31/03/2011 - 00:00 Charo Zarzalejos

    Ha sido el Presidente de Murcia el ultimo que ha osado hablar del copago sanitario pero mucho antes que él lo hizo Marina Geli, la que fuera consejera de sanidad de la Generalitat cuando su presidente era Pasquall Maragall. Por entonces no había crisis pero los gastos sanitarios ya estaban disparados. Naturalmente, la señora Geli se quedó sola. Lo dijo en una entrevista mientras los tertulianos escuchábamos con atención. Tengo para recordar que me quede tan sola como la consejera a la hora de mantener la tesis de que tarde o temprano habría que ir a esa fórmula tanto para hacer sostenible el sistema como para incentivar un uso más responsable de los servicios sanitarios. Ni que decir, que el copago solo es pensable atendiendo a los más estrictos principios de solidaridad, con las excepciones necesarias para que los más desfavorecidos queden exentos de manera radical. Es decir, un copago justo.
   El debate sobre el gasto sanitario está ahí, a las puertas de convertirse en un gran debate nacional que ahora ni PSOE ni PP quieren afrontar. Temen ambos que la mera insinuación perjudique sus expectativas electorales, pero el copago vendrá y vendrá más pronto que tarde si no queremos que antes de un año, muchas comunidades tengan que tomar medidas tan drásticas y difíciles como la tomada por la Generalitat catalana de reducir en un 10% el gasto sanitario. Cataluña, en más de una ocasión ha causado más de un dolor de cabeza, pero hay asuntos en los que va de avanzadilla y en este, en el relativo al gasto sanitario hay que reconocer que Artur Mas ha dado un paso con el que ha abierto un camino que, salvo que cambien mucho la situación, otros van a tener que recorrer. En momentos de crisis y de agobios colectivos y personales hablar de copago sanitario no ayuda al optimismo, pero antes que el optimismo está el realismo que es la mejor receta para solucionar los problemas. Para curarse antes hay que asumir que se está enfermo y nuestras finanzas están enfermas, muy enfermas y o acudimos a su rescate o ponemos en situación de alto riesgo nuestro envidiable estado de bienestar que bajo ningún concepto se puede poner en peligro.
    A nosotros que tanto nos gusta compararnos con los grandes países europeos debemos saber que ni en un solo país europeo la sanidad pública se costea única y exclusivamente con los impuestos. En todos los países, los ciudadanos cuando afrontan una intervención quirúrgica, un largo periodo de consultas o de tratamientos aportan de su bolsillo una cantidad determinada. Hablar de copago no es, por tanto, ni una ocurrencia ni se trata de una medida antidemocrática. No es, eso sí, una idea cómoda ni popular, pero en nuestras circunstancias se hará _ya lo es_ necesaria aunque ahora y por puro interés electoral los dos grandes partidos rechacen esa posibilidad. La catalana Marina Geli se quedó sola en su propuesta. Por no hacerle caso, ahora Mas tiene que recortar el presupuestos sanitario y mañana, quienes hoy no quieren el debate esgrimirán miles de razones para justificar su posición favorable al copago.