El debate

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: Redacción
Tribuna
MANUEL ALCÁNTARA - PERIODISTA
“¿Porque no se puede
debatir un asunto tan importante?”.
No se sabe por qué hay tanta gente que, aceptando que se tiene que morir el día menos pensado, piensa tan poco en ese día y se niega a tener en él la menor intervención. La palabra eutanasia, que significa buena muerte, la entendemos todos como un acortamiento voluntario de la vida de quien sufre padecimientos incurables, pero también hay que incluir a los que la existencia les parece un sufrimiento curable. Ahora se va a debatir entre nosotros la legalización del suicidio asistido y hay que temer que las discusiones sean agrias, como siempre ocurre cuando intervienen posturas políticas o razones religiosas, más o menos razonables. ¿Por qué no se puede debatir un asunto tan importante, que además puede constituir nuestro último tema de discusión? Debatir, aunque tenga la acepción de guerrear, es discutir sobre una cosa y no nos debemos negar a discutir sobre la cosa más indiscutible que nos pasa a todos en nuestra vida, que es la muerte.

Quienes se escandalizan ante la posibilidad de que se regule el derecho de un enfermo, o de alguien que esté en su sano juicio, de recibir ayuda para decretar el fin de sus días terrestres, deben tener en cuanta algo fundamental: que eso no será obligatorio. La declaración de cansancio o de aburrimiento no será como la declaración de Hacienda, que nos afecta a todos. Quedarán exentos aquellos a los que se lo prohíba su religión, como ocurre con el consumo de alcohol o de jamón de pata negra, incluso de pata blanca. Quiere decirse que, si la legalización se produce, no tienen nada que temer los que consideren más piadoso que siga viviendo una persona ciega y sin manos, que facilitarle –a reiteradas instancias suyas- el último viaje. El gran Blanco White escribió: “Dios es amor”. Para añadir después “Quién ceñudo lo pinta, lo difama”.