El debate de madera
18/10/2011 - 00:00
Ahora resulta que el debate es del Debate. Se nos ha vendido como un gran logro que los líderes de los dos grandes partidos vayan a celebrar un debate electoral, cuando ese es un tema que tendría que estar resulto hace años. En este país, con una democracia asentada, no hay una verdadera cultura democrática de tal suerte que el derecho de los ciudadanos a ver como exponen los políticos sus propuestas ,se vende a la opinión publica como una concesión, como algo excepcional por la que todos debemos estar agradecidos.
La esencia del debate debería ser eso, el debate por si mismo, un cara a cara ante las cámaras sin cortapisas de ningún tipo, pero no. Lejos de eso los equipos de ambos lideres pactan los temas, el minutado, los planos, contraplanos, el tamaño de la mesa , la altura de las sillas, y hasta la intensidad del aire acondicionado si llega el caso. No se deja nada a la improvisación ni siquiera el color del traje o la corbata, de tal suerte que ,al final, lo que resulta patético es la figura del moderador ,que mas que un periodista aparece como un muñeco que se limita a ordenar el momento en que cada uno de los contendientes toma la palabra. La rigidez de la fórmula convierte el debate en una suerte de monólogo donde cada uno coloca lo que mas le interesa, a modo de eslogan, sin importar lo que diga el adversario.
El hecho de que solo haya un debate en vez de dos, como ocurrió en las ultimas elecciones, da la medida de lo poco interesados que están Rajoy y Rubalcaba en el asunto. El primero -que parte de ganador absoluto en todas las encuestas- tiene poco que ganar porque ya es sabido que siempre, el que parte como ganador, tiene mas que perder que quien, de entrada, puede ser el perdedor de las elecciones.
Dicen los expertos de la cosa que Rajoy corre un riesgo innecesario, por lo que su decisión de aceptar el reto, hay que ponerla en valor como un mérito cosa que no comparto, en la absoluto. No es un mérito sino la obligación de todo político que los ciudadanos puedan ver, comparar y tener cuanto más elementos mejor, para decidir a quien le dan su voto. En cuanto a Rubalcaba que sus colaboradores no hayan insistido en una segunda vuelta nos da la medida de su debilidad cuando, de entrada, no tiene nada que perder.
Es verdad que el candidato socialista tiene un panorama desolador, que la precampaña lejos de ayudar a subir su valoración esta teniendo el efecto contrario pero también es cierto y, eso nadie puede negárselo, que es un gran orador, un hueso duro de roer que se ha ganado a pulso su fama de animal político. Cualidades que por cierto pueden decirse igualmente de Mariano Rajoy que ha demostrado cientos de veces ser un parlamentario de primera, tiene el estigma del ganador y es un candidato previsible, lo cual en estos momentos de incertidumbre e inestabilidad es un valor incuestionable.
Si el debate no fuera de madera y tan encorsetado como está previsto, sino un cara a cara abierto y sin restricciones podríamos ver en su salsa a dos políticos de altura con un curriculum curiosamente muy similar: los dos han sido ministros de educación, interior, vicepresidentes. Son aficionados al deporte, tienen una edad similar y con eso que se llama cintura política que a la postre se traduce en dialogo y consenso. Es una pena que el miedo de los aparatos de los partidos a que haya un duelo de verdad, nos prive a los ciudadanos de un derecho incuestionable al que tal como está el patio habría que darle una forma legal para hacerlo obligatorio y que deje de ser una graciosa concesión.