El Día del Papa

01/07/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez

  
  
 
  Este 30 de junio hemos celebrado el día del Papa. Por primera vez en la historia de la Iglesia podemos agradecer a Dios el testimonio silencioso, reflexivo y orante del Papa Benedicto XVI, después de su meditada renuncia al gobierno de la barca de Pedro y, al mismo tiempo, tenemos razones suficientes para dar gracias al Señor por la elección del Papa Francisco y por su generoso servicio a la Iglesia y al mundo. Si el primero nos invitó en su día a celebrar “el año de la fe” para descubrir la grandeza de este inmerecido regalo de Dios y para preguntarnos sobre la calidad de nuestra fe, el segundo nos está recordando cada día, con sus gestos sencillos y con sus comentarios evangélicos, que es necesario volver a descubrir las raíces y los fundamentos de la vida cristiana para que la fe en el único Señor de nuestras vidas se traduzca en gestos concretos de amor a Él y a los hermanos. Con profunda fe en las promesas de Jesucristo y en la acción del Espíritu Santo, el día 13 de marzo los católicos de todo el mundo acogíamos con gozo y esperanza al Papa Francisco, como sucesor del apóstol Pedro, Vicario de Cristo en la tierra y fundamento de unidad de toda la Iglesia.
 
   Desde el día de su elección, hemos admirado al humilde servidor del Señor que actúa con la convicción de quien se sabe en sus manos y que se manifiesta con la confianza de quien reconoce que los destinos de la Iglesia y del mundo están bajo la constante asistencia del Espíritu Santo. Los cristianos, que hemos pedido a Dios, durante los días del conclave, un pastor para el servicio de la Iglesia universal según su corazón, tenemos que seguir acompañando ahora su ministerio pastoral con nuestra oración. Además de acoger cordialmente las enseñanzas del Sucesor de Pedro, sabiendo que acogemos las enseñanzas del mismo Cristo, a quien representa, tenemos que pedir cada día al Espíritu Santo que siga derramando sus dones sobre él para que no le falten las fuerzas físicas y espirituales en el cumplimiento de la misión confiada.
 
  Ésta, sin duda, es la mejor colaboración que podemos ofrecerle. En los comentarios evangélicos, que nos regala cada día, podemos percibir la autenticidad de su testimonio de fe a partir del conocimiento interno de Jesucristo. Desde la contemplación del rostro doliente de Cristo y desde la comunión con sus sentimientos, el Papa nos invita insistentemente a todos los cristianos a salir hacia la periferia para responder con amor a los males del mundo, para mostrar la cercanía de Dios a los necesitados y para revelar a todos su misericordia entrañable. En comunión con estos sentimientos del Santo Padre, os invito a todos los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de la diócesis a orar, especialmente el día 30 de junio, por su persona e intenciones. Asimismo, os animo a ofrecer la limosna de ese día, llamada “Óbolo de San Pedro”, para que el Papa pueda atender en la medida de lo posible las constantes peticiones de ayuda material y humanitaria que le llegan desde todos los rincones de la tierra.