El día después
Siempre hay un día después. Y el día después de la crisis de Gobierno se respira euforia en el PSOE. Los nuevos ministros han jurado sus cargos y se prestan a las primeras entrevistas mientras sus antecesores viven las primeras horas en su nueva condición de "ex". Saben, es difícil comprender porque el presidente Zapatero ha despedido a María Teresa Fernández de la Vega, aunque bien es verdad que la buena estrella de la ya ex vicepresidenta hacía tiempo que se estaba apagando.
María Teresa Fernández de la Vega tenía dos adversarios temibles dentro del propio Gobierno, nada menos que Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco que, según cuentan en los aledaños de ambos, creían que a De la Vega la faltaba "mano política", o lo que es lo mismo ser capaz de generar un discurso político sobre los problemas a los que se enfrentaba el Gobierno.
En realidad De la Vega resolvía otros problemas, el de la Administración del Estado, que no es moco de pavo, y le echaba horas y horas al trabajo, tantas que había aquilatado buena fama de trabajadora y eficaz amen de seria y fiable. Pero al final Rubalcaba y Blanco con paciencia le han ganado la partida dejándola fuera de juego. La política es así, no suele ser matemático que haya correspondencia por lo bien o mal que hagas las cosas. De la Vega las hacía correctamente, tenía buena imagen, ofrecía confianza a los ciudadanos, pero la han despedido sin motivo. Ya digo que la política puede ser así de extraña.
Pero, además, otras dos mujeres han salido del Gobierno, Bibiana Aído y Beatriz Corredor, bueno en realidad han sido "degradadas" a Secretarias de Estado, porque al fin y al cabo el presidente anunció que María Teresa Fernández de la Vega va a ser nombrada Consejera de Estado.
Aceptar dejar de ser ministro para ocupar un escalón inferior es algo que no imagino capaz de hacerlo a ningún hombre. En ésto sí que somos diferentes. Las mujeres aceptamos con naturalidad los distintos roles a los que nos aboca la vida, mientras que los hombres prefieren quedarse en casa a dar un paso atrás. Un hombre viviría como una humillación dejar de ser ministro y pasar a convertirse en Secretario de Estado, pero Corredor y Aído lo han aceptado con cierta naturalidad. No digo que la procesión no vaya por dentro, que plato de buen gusto no es, pero lo han encajado y han preferido continuar antes de irse a casa. Ya sé que muchos pensaran que por dignidad tendrían que haber dicho que no, pero ellas no sienten que su dignidad sufra ningún menoscabo por colocarse en un peldaño más abajo.
Y en ese día después irrumpe con fuerza otra mujer, Rosa Aguilar, que ha hecho un largo trayecto hasta llegar al Consejo de Ministros. De "azote" del Gobierno González, a compartir mesa de Consejo de Ministros en un Gobierno socialista. Aguilar es como De la Vega, seria, trabajadora, consistente, no le costará convertirse en poco tiempo en uno de los pesos pesados del nuevo Gobierno, y si no al tiempo.
En fin, no hay tiempo para dar al nuevo Gobierno los cien días de gracia, la legislatura está en sus estertores, no más de año y medio, de manera que más allá de disfrutar de las mieles del día después les queda un corto pero duro recorrido. Que tengan suerte por la cuenta que nos tiene.
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