El drama humano del paro

Desde los que hacían un llamamiento a la prudencia, porque esta tendencia se tenía que consolidar, pasando por los que aseguraban que era debido al éxito de las políticas activas de empleo de la Junta de Comunidades, y llegando a las visiones más dramáticas del asunto: este aumento es tan sólo temporal, porque el verano es un periodo en el que habitualmente se generan puestos de trabajo. Detrás del baile de cifras, y de todas estas interpretaciones, está el drama humano de aquella persona que pierde el trabajo y de cómo afecta este hecho a su entorno familiar. Ayer tuvimos conocimiento de un expediente de regulación que afectó a 31 trabajadores de una firma de Alovera. Este hecho supone que una compañía logística que se asentó en 2009 en el municipio alovereño con la esperanza de prosperar se ha encontrado con que los resultados no cuadran. De esta forma, se quedará con tan sólo nueve empleados que serán los que tengan el reto de mantener la empresa. Estos 31 trabajadores pasarán a engrosar las frías listas del Sepecam; se sumarán a la cola del paro con el anhelo de encontrar un empleo digno para mantener a los suyos. Coincidirán con un buen número de personas con las que, con nombre y apellidos, intercambiarán sus experiencias laborales y se lamentarán de la situación en la que se han visto abocados. Éste es el drama del paro, por encima de los análisis que habitualmente realizan economistas, sindicatos y políticos. Estas personas tendrán que sacar su calculadora y analizar el dinero que podrán gastar al mes, teniendo en cuenta el tiempo que estarán percibiendo dinero público, en función de los meses cotizados. Dirán a sus mujeres, maridos o hijos: “tened cuidado, han llegado las vacas flacas”. A partir de ese momento tendrán un nuevo empleo: el de localizar un trabajo. Entre tanto, los medios de comunicación les mantendrán informados de lo bien o mal que va la economía.