El estreno de Trinidad Jiménez

16/11/2010 - 00:00 José Cavero

Cuando llegó y se hizo cargo de la cartera ministerial de Sanidad Trinidad Jiménez, estalló el gran miedo de la nueva gripe que nunca llegamos a experimentar, felizmente. Pero ocupó mucho tiempo y dedicó gran esfuerzo a prevenir la gripe que habría de salvarnos a todos de la amenaza de aquel mal. Ahora, su nuevo estreno como titular de Exteriores recuerda aquel otro aterrizaje: ha sustituido a Moratinos en los días en que se desencadenaba la gran tormenta sobre el Sáhara y los saharauis, y ha proporcionado una impresión que a muchos, propios y extraños, ha parecido de insuficiente dominio y de demasiadas contemplaciones y amabilidades con el vecino del sur. Trinidad Jiménez, que no es nueva en el escenario de la diplomacia y la política exterior, tiene ante sí, según reconocimiento general, a un toro de grandes dimensiones y de gran riesgo, como tiene que estar comprobando. Frente a muchas décadas de olvido de los saharauis y sus pretensiones independentistas o autonomistas, el Rey Mohamed VI hace uso de sus atribuciones casi ilimitadas y ajenas a cualquier cortapisa de sus propios propósitos, hechos realidad forzosa: los saharauis son parte indiscutible de Marruecos y nada ni nadie impedirá ese destino, sostienen en los palacios de Rabat. En esa coyuntura, a la ministra Jiménez corresponde, según propósito marroquí, participar en un juego de bolillos que pudiera resultar entretenido si no hubiera derramamiento de sangre y desprecio brutal de los derechos humanos de miles de ciudadanos. La ministra Jiménez alega que aún le faltan datos para comprometer su condena de los hechos, y los ministros de Marruecos le están ayudando a formar criterio sobre lo sucedido y sus antecedentes: viene a decirnos Marruecos que frente a sus buenos modos y propósitos de buena fe, tuvieron que vérselas con la agresión de unos pocos delincuentes llegados al campamento instalado en las proximidades de El Aaiún, que las fuerzas de seguridad marroquíes destruyeron a sangre y fuego hace diez días. ¿Con qué resultados? También en esta materia del balance último del episodio hay gran desconocimiento y versiones contrarias. Pero estamos muy lejos de saber el número de víctimas de cada parte, en esta batalla, parece que descomunal, que se produjo entre las tiendas del campamento. Tal vez la visita del ministro marroquí del Interior, que conversará con su colega español, el vicepresidente Pérez Rubalcaba, dé algunas pistas más sólidas que las que han llegado a la opinión pública española en las últimas semanas. Una opinión pública que tiene que digerir y asimilar las visiones nada coincidentes de un Polisario en combate, unos activistas también en lucha, una tradición de solidaridad con los más desfavorecidos, un complejo de culpa por haber abandonado a los saharauis que fueron españoles hasta la muerte de Franco, y una instigación permanente de la oposición contra la incapacidad e incompetencia del Gobierno en todos los frentes... Demasiadas vías de comunicación frente a la ignorancia generalizada de lo que efectivamente sucedió y de los propósitos que Marruecos tiene sobre esos desventurados ciudadanos del desierto. Trinidad Jiménez, convencida de que ante todo debe mantener las relaciones de cordialidad con Rabat, parece haberse tomado un tiempo para tener la mejor información posible antes de comprometerse en la búsqueda de alguna clase de solución, pero muy consciente de la problemática situación que deberá afrontar en la cartera ministerial que está estrenando: le consta que estuvimos del lado de los saharauis para obtener la correspondiente autodeterminación, acaso en forma de provincia autonómica de Marruecos que hoy parece meta difícil de conseguir. Posiblemente un estallido como el producido en el campamento cercado a El Aaiún pueda haber sido un elemento feliz y oportuno, paradójicamente, para desencallar un problema encallado y canalla... .