El Faisán, la justicia y la responsabilidad

Todas las negociaciones con ETA han sido un serpentín rozando la legalidad, porque en los códigos penales no están tipificados los acuerdos de gobierno con una banda terrorista ni lo contrario. No cabe duda de que todas las negociaciones se han hecho desde la buena voluntad de todos los gobiernos, aunque no siempre de la forma más acertada. La legitimidad es indiscutible, el acierto, dudoso. No cabe duda de que la intervención de la Justicia en la última negociación con ETA es una novedad que puede originar quebrantos al Gobierno. Las actas intervenidas a ETA deben ser puestas en cuarentena y algunas precisiones, coincidentes con la realidad que conocemos y con lo que siempre intuimos, determinan que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero mintió a la opinión pública, cuando siguió dialogando con ETA después del atentado de Barajas. Lo necesario es imposible: dejar trabajar a la Justicia para que establezca si hay responsabilidades penales en el caso Faisán y dejar que la historia determine las irresponsabilidades que pudieron cometerse. Pero en lo político, son cosa juzgada, salvo sobresaltos judiciales, porque se celebraron unas elecciones generales que saldaron las responsabilidades políticas por lo menos de lo que se conocía.

     Si el Gobierno mintió, el asunto es grave. Pero en todo caso, no se pueden disociar los errores que se pudieron cometer en el proceso con ETA de los enormes aciertos posteriores del Gobierno y de Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro de Interior. El PP actúa en todo como un ave carroñera: si huele sangre y descomposición vuela en círculos sobre la presa. Pero con eso demuestra que sólo le interesa el beneficio del poder y no el bienestar de los españoles. Esas cosas terminan por pagarse, porque los ciudadanos quieren saber la verdad de la lucha antiterrorista pero mediante la asepsia del micro cirujano y no con el sadismo del descuartizador. En eso el PP demuestra que cada vez le queda menos patriotismo .