El final de una historia
02/08/2015 - 23:00
Nací a finales de los 50 en Alcocer, y siempre pienso que soy junto con los de mi generación el final de una historia. El final de crecer en la calle jugando al Pico tallo peral o manzano, el rescate, al hinque con aquellas palabras Zurrio Zarrio vete a la casa del tío boticario, el roba terreno, las chapas, los santos, los partidos de fútbol interminables en las eras y las siestas en verano deba...jo de los árboles. Uno de mis mejores recuerdos es cuando al desviar el barranco de Carrapareja por la cuneta del puente San Andrés hasta la pradera o poza, más arriba de las antiguas escuelas, nos bañábamos cada uno como podía. Hablemos del cine de nuestro pueblo, en la pared cerca de la puerta del bar se ponían las carteleras con las fotos de la película y por la tarde al cine, donde las películas tenían una duración de cuatro horas, dependiendo de los rollos de cada cinta. En él pude ver mis primeras películas, en la fila de los niños, de los mayores, de los novios o el gallinero. También me acuerdo como llegaron las primeras televisiones a nuestro pueblo, la más popular, la del tío Jesús Casero. Tenía un salón con bancos, y pagando 50 céntimos podías ver Bonanza los domingo. Los días de corrida de toros, todo un acontecimiento y fiesta antes y después de la corrida, con las consiguientes tertulias en la plaza Mayor.
Conocí las ultimas ferias de Marzo cuando los pastraneros ponían sus puestos de almendras y cigarros de caramelos. La fiesta de la Candelaria, cuando nuestras madres nos hacían un bizcocho adornados para llevarlo a la iglesia a bendecirlo. Jueves Lardero, el día de correr la tortilla con los amigos en lugares como la cueva de los Yesares, fuente Cabrete y el Santo. La noche de los Mayos, divirtiéndonos cantando a las chicas y el cobro al día siguiente para hacer una merienda. La fiesta de la Cruz de Mayo en la que se vestía la Cruz con cintas de colores y recorríamos las calles del pueblo pidiendo dinero o caramelos. La fiesta de los Santos con el chocolate o puches con el grupo de amigos, cada año en una casa.
¡Y el bailé en el salón del tío Teófilo! Bailar con la chica que te gustaba era cuestión de habilidad, buscando la vuelta de la pareja de chicas y coincidir con la tuya, algunas veces tenías que bailar la pieza con la otra.
Cuántos recuerdos en dos minutos, el tiempo pasa, Pienso que soy el final de una historia