El funeral de Zaragoza

31/01/2011 - 00:00 Fermín Bocos

Si los sondeos de intención de voto habían instalado un estado de inquietud en la cúpula del PSOE -el PP les aventaja en todas por encima de los 10 puntos-, la EPA, la Encuesta de Población Activa (cuatro millones setecientos mil parados), ha provocado un movimiento de pánico. Temen que las elecciones municipales se conviertan en un plebiscito, en una sanción política a Zapatero. De ahí, el cónclave de Zaragoza. Una puesta en escena con discursos de exaltación de la personalidad del líder que, dadas las circunstancias políticas por las que atraviesa su liderazgo, sonaban a elogios fúnebres. En el mundo del PSOE no se habían escuchado loas al líder como las que Pepe Blanco y Marcelino Iglesias dedicaron a Zapatero ni cuando en el 82 Felipe González encabezó una lista que consiguió más de 200 diputados. Ya digo, a mi modo de ver, tanto exceso cobija un estado de ansiedad provocado por el pánico. Miedo a perder y a perder mucho. Tanto que si el 22 de mayo, como apuntan las encuestas, el PSOE perdiera los ayuntamientos de las principales ciudades y algunos gobiernos autonómicos tan destacados como los de Andalucía, Castilla-La Mancha o Asturias Zapatero se vería obligado a cambiar de estrategia y tendría que anticipar las elecciones. Ahora, su estrategia es aguantar. Esperar a que repunte la economía y agotar la legislatura. Pero, aunque pasado mañana, a su paso por Madrid, la señora Ángela Merkel bendiga las reformas emprendidas y aunque a esas reformas alcanzados con los sindicatos y la patronal llegara a sumarse el PP (Rajoy ha dicho que no lo descarta), parece que el tiempo de Zapatero ha pasado. Aunque, para José Blanco, Zapatero sea el "mejor socialista" que ha conocido, se nota que la mayoría de los dirigentes del PSOE ya están en otra cosa. Tiene lógica que un dirigente se sacrifique por un país o por un partido, lo que no tiene lógica es lo contrario. Eso es lo que pedían Blanco y Marcelino Iglesias en sus loas a la coreana, pero, como digo, tengo para mí que el grueso de la dirigencia política socialista, con Rubalcaba a la cabeza, ya están en otra cosa. Por eso, asistieron con cara de circunstancias al funeral de Zaragoza.