El Gobierno 'tancredo'

24/11/2010 - 00:00 Consuelo Sánchez Vicente

Cumplir lo comprometido parece lo mínimo que se puede pedir a un Gobierno serio -y más en tiempos de crisis- para que sus socios más cercanos, los mercados y la comunidad internacional en general puedan tomarse en serio a ese país. España, por ejemplo, ¿cuáles son las principales medidas anticrisis que se ha comprometido a acometer motu propio o tras el grave aviso que le dieron Obama y la UE el pasado mes de mayo? Se han repetido tanto que a estas alturas nos las sabemos de memoria, la reducción del déficit, con adelgazamiento y simplificación del gasto público de todas las administraciones, central, autonómica y municipal, fue la primera de ellas, seguida de cerca por la reforma laboral y la de las pensiones. Las tres fueron presentadas como inexcusables aquel mayo tremendo y sus plazos calificados de inaplazables por el propio señor presidente del Gobierno tanto en el Parlamento como en numerosas entrevistas y comparecencias de prensa. La reforma laboral incluso le ha costado a nuestro país una huelga general. Hasta a la congelación de las pensiones hubo que recurrir para pagar aquel incendio. No es normal que, esta misma semana, finales de noviembre, con España acortando distancias en la siniestra partida del dominó de los 'rescates' y la propia supervivencia del euro en cuestión ante el acoso de los especuladores internacionales, el Gobernador del Banco de España se haya visto obligado a reclamar en el Congreso que el Gobierno cumpla en tiempo y forma lo comprometido para evitar males mayores. La reforma laboral está por desarrollar, la de las pensiones aplazada como pronto a marzo de 2011, y el adelgazamiento del gasto público baila al ritmo del encadenado de elecciones pendientes. No nos podemos permitir tanta pachorra, sencillamente. Es cosa comprobada que toda situación puede empeorar, por desesperada que parezca, si nos empeñamos en ello. Si continua el 'tancredismo', la inacción, la caída de la credibilidad del Gobierno español podría arrastrar la solvencia de la 'marca España' al abismo incluso aunque mejoran las cuentas, como acaba de ocurrir -todavía con daños limitados- durante la 'crisis irlandesa' pese a la leve mejoría que había experimentado la reducción del déficit. Ha cambiado el discurso de Zapatero, de eso no hay duda, ya llama crisis a la crisis sin ambajes; pero solo el discurso: falta lo importante, los hechos.