El granero y los loros
24/01/2011 - 00:00
Cada vez que a alguien se le ocurre plantear la eliminación de un privilegio, desterrar una prebenda o recortar un gasto, surgen de inmediato voces despectivas descalificando la propuesta con la afirmación de que "eso es el chocolate del loro". Lo siguiente es aplicar el "descalificativo" de "demagógica" a tal medida. Habrían de saber los decidores primero que era el chocolate del loro: un lujo signo de poderío de las familias adineradas cuando teníamos colonias tropicales de las que se resistían a prescindir, como señal de estatus, cuando se arruinaban. Pero además y como ya he escrito, y perdonen por autocitarme, que en España el problema es que tenemos un millón de loros al chocolate. Unos loros bastante gordos encima. Y un millón de loros ansiosos comiendo chocolate acaban con todo el cacao de un país.
La propuesta de Rajoy de eliminar los privilegios de los políticos, comenzando por las pensiones de sus señorías, que esperemos se amplíe a muchos otros ámbitos y autonomías, ha sido de inmediato ninguneada bajo estas premisas por sus rivales políticos. Tanto como puesta en valor por el conjunto de la ciudadanía. O sea, que Rajoy ha dado en el clavo.
Cierto que el PP es co-responsable de esos privilegios y también que hace nada siguió votándolos. Bueno, mejor será que se caiga del caballo y saque la pezuña de donde la metió. ¿O es cometido el error hay que perseverar en él por narices? En esto como en los dislates autonómicos cuanto antes y cuantos más den marcha atrás mejor será para todos y para ellos.
Dicen que es poco, cinco millones de euros, o sea una bagatela de 800 millones de las pesetas de antes, como dicen que es nadería los pinganillos del ridículo senatorial y como dirán que es nada un coche con chofer y los tres asesores de un concejal. Pues yo digo lo que en mi pueblo decían y se ha olvidado. Que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. Y grano a grano es como nos han dejado los atrojes vacios. Dicen que es demagogia, que vale para un roto y un descosido ya la palabreja, pero lo cierto es que la línea tirada va en la dirección que las gentes quieren y desean, hartas de que a ellos los frían con sus leyes, jubilaciones y pensiones quienes se excluyen de ellas y por encima se ponen. No vale decir que son pocos quienes se acogen. Un privilegio lo es independientemente de número y cuantía, lo es si supone un agravio con los demás. Y este lo es y escandaloso en su fondo por mucho que, todos los que los detentan en eso se escudan, pretenda minimizar su coste.
Bien está pues. Pero si es bien cierto que es un grano. Muchos habrá que añadir para que la población pueda ver con otros ojos a una casta política que ha hecho de la representación popular, que eso es la política, profesión y clan. Que devengue un sueldo y lo paguemos cuando ejercen tal representación es lógico, legítimo e incuestionable. Que eso devengue para siempre prebendas y retiros, pues ya no. Pasado un tiempo que puede considerarse razonable, los que dejen de tener tal representación deberán volver a su oficio y profesión y trabajar en ella para obtener beneficio. O sea, que no sólo hay que ir quitando el chocolate. Es que en España no nos queda otra que prescindir de muchos loros.