El homicidio en la oficina de la inmobiliaria Irueste de Guadalajara en el año 1981
Historia de un crimen que tuvo lugar en una oficina inmobiliaria que se ubicaba en la Avenida de Castilla de Guadalajara.
En la ciudad de Guadalajara se han producido algunos sucesos que bien podrían publicarse en alguna novela del género negro. Uno de los homicidios que más impactaron a la sociedad arriacense fue el que se produjo en la noche del jueves 22 de octubre de 1981 en la oficina de venta de pisos de la inmobiliaria Irueste, situada en el número 18 de la avenida de Castilla.
Esta inmobiliaria había construido a finales de la década de los años setenta del siglo XX un bloque de viviendas con paneles prefabricados en la avenida del Almirante Carrero Blanco, que a partir del seis de agosto de 1981 pasaría a denominarse de manera definitiva como avenida de Castilla.
La venta de estas viviendas se publicitó a través de las ondas radiofónicas y de los semanarios locales Nueva Alcarria y Flores y Abejas; de manera física la venta de pisos se realizaba en una oficina de los bajos comerciales propiedad de la constructora.
En la mañana del viernes 23 de octubre de 1981, la empleada de la inmobiliaria, Marisol San Andrés, abrió como cada mañana la oficina para desarrollar su jornada laboral. Cuando entró al interior de la misma, se encontró a su compañera Gloria Fuentes tirada en el suelo y rodeada de un gran charco de sangre. Totalmente desesperada y en un estado de gran nerviosismo, solicitó ayuda a un matrimonio que regentaba una panadería de la marca Ipasa, contigua a la oficina inmobiliaria.
Desde allí llamaron inmediatamente a la Policía y a través de la línea telefónica narraron de forma breve lo sucedido, solicitando atención médica para la empleada de la inmobiliaria que se desvaneció y cayó al suelo, como consecuencia de la imagen dantesca que se había encontrado al abrir la oficina.
Una vez personados en el lugar del hecho los funcionarios de la Policía Judicial de Guadalajara, junto a la víctima encontraron siete casquillos del calibre 7.65; inmediatamente avisaron al Juez de Guardia para que realizase el levantamiento del cadáver junto a un médico forense. Durante la actuación del esclarecimiento del asesinato, un vecino se acercó a los funcionarios policiales y les manifestó que había sido testigo del movimiento sospechoso de una persona. En concreto les dijo que sobre las ocho y media de la tarde del día anterior, había visto salir de la oficina a una persona de pelo rubio y cerrar la oficina, dirigiéndose posteriormente a recoger un vehiculo de color rojo, saliendo a gran velocidad por la avenida de Castilla en dirección a la calle Sigüenza. Igualmente les relató que debido a su actitud sospechosa, tomó nota de la matrícula del vehículo.
Esta declaración del testigo fue fundamental para detener al presunto asesino de Gloria Fuentes, separada y con cuatro hijos. En la mañana del sábado 24 de octubre de 1981, era detenido en su domicilio de Madrid Manuel Franco Albacete como presunto autor del asesinato e igualmente en uno de los cajones de un armario de su habitación se localizaba el arma con el que había cometido el crimen. Fue también clave el testimonio de la hija mayor de Gloria Fuentes que reconoció a dicha persona y sostuvo que Manuel Franco había tenido una relación amorosa con su madre a la cual había amenazado de muerte en varias ocasiones cuando visitaba su domicilio. Ante la Juez de Guadalajara, Manuel Franco Albacete reconoció ser el autor de los disparos que terminaron con la vida de Gloria Fuentes, alegando que ella le debía una gran cantidad de dinero y se negaba a devolvérselo.
Los Agentes Judiciales de Guadalajara que intervinieron en la resolución del caso que tanto había conmocionado a la sociedad de Guadalajara, fueron felicitados de forma oficial por el gobernador de Guadalajara, Benigno de la Torre Saavedra, así como por el alcalde Javier de Irizar Ortega, por la rápida resolución del crimen.