El mes de agosto
El mes de vacaciones por excelencia ha llegado y con él lo asociado a este esperado tiempo del año.
El mes de vacaciones por excelencia, aunque cada vez se reparten más en el calendario los periodos de ocio y descanso, ha llegado y con él lo asociado a este esperado tiempo del año que en nuestra provincia se traduce en fiestas a doquier, largas veladas al ritmo de la música de las orquestas, encierros taurinos por calles y campos, algunos festejos en plaza, juegos, concursos, campeonatos, muchos pensados para los pequeños de la casa, y salida de los santos patrones en procesión. Aunque el punto álgido llegará a mediados con las festividades de la Asunción y San Roque, a lo largo de los treinta y un días de este caluroso y bienvenido agosto, la diversión, el bullicio en las superpobladas localidades tras el letargo invernal y el ambiente alegre presidirán las plazas y rincones de nuestros pueblos. Las tradiciones volverán a cumplirse. Es tiempo para disfrutar, para apartarse de la rutina, dando un contenido más lúdico a nuestro tiempo, en definitiva para vivir. Eso no significa, claro, que el mundo se pare para que nosotros nos abstraigamos de todo. Seguirán, y esperemos que con un final que no implique unas terceras elecciones, los eternos contactos e idas y venidas para la formación del gobierno de España, se celebrarán los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro siempre llenos de emoción por ese deseo de sumar preseas para nuestro país magníficamente representado por la delegación que compite en las más variadas disciplinas deportivas, individuales y por equipos. También el balón volverá a rodar, con tres equipos en la Tercera División del fútbol nacional en nuestra provincia, por supuesto con la aspiración de ascenso del Deportivo Guadalajara metido en un difícil pozo del que ya, por otra parte, supo salir. En el mundo seguirán los problemas por la amenaza del terrorismo que a todos nos afecta, la preocupación por el Brexit o la evolución de los mercados, pero si las penas con pan son menos penas, con las noches largas, las piscinas y playas a pleno rendimiento, los colegios sin clase y los niños jugando, la charanga en cada lugar, y unos días fuera del siempre exigente trabajo, aun conscientes de la suerte de tenerlo, la realidad parece menos dura o penosa. Todos merecemos en agosto un alto al fuego en el atareado devenir diario para acercarnos a eso que nos parece la felicidad y que encontramos en agosto.