El mundo al revés

12/04/2011 - 00:00 Pedro Calvo Hernando

 
El juez Baltasar Garzón es uno de los grandes referentes de la lucha mundial contra las violaciones de los derechos humanos, como lo acreditan sus actuaciones en casos de gran envergadura en ese terreno y como paradigma su persecución al genocida chileno. Y dentro de España, digamos que es también el juez que con más ímpetu ha luchado contra injusticias de todo tipo, como son los crímenes del terrorismo etarra y del terrorismo franquista. Otro tanto es predicable de su lucha contra la corrupción, con independencia de militancias a8unque en los últimos tiempos más centrado en la corrupción oceánica que atañe al PP. Su prestigio a escala planetaria no lo puede discutir nadie que tenga los ojos abiertos y la mente sana. Garzón es una de las personalidades que dan prestigio a España y que sitúan al nuestro en la corta lista de los países que hacen avanzar las libertades y el culto a los derechos humanos a escala universal. Garzón ha reunido tantos méritos que hacen absolutamente increíble lo que le está pasando.
    Ninguno de los tres casos judiciales abiertos contra él se sostiene sobre una base realmente sólida. Ahora mismo la actualidad lo coloca bajo el foco de las escuchas a los cabecillas de la trama Gürtel en sus conversaciones en la cárcel con sus abogados. Como se ha destacado, lo más asombroso es que tanto Garzón como el socialista valenciano Ángel Luna, luchadores contra la corrupción Gürtel desde los ámbitos de la justicia y de la política respectivamente, son los únicos que han sido procesados en relación con ese asunto de corrupción masiva y oceánica. "La justicia al revés", ha titulado su análisis José Manuel Romero en "El País" de este martes, remedando el viejo dicho de "El mundo al revés", referido siempre para señalar las más disparatadas agresiones a la lógica y al sentido común. Aquí parece que sólo pagan, o pagan primero, quienes luchan contra las injusticias, cosa mucho más grave aún cuando pagan a instancias de la parte denunciada o de sus antecesores históricos, como en el caso del franquismo. Vamos bien.