El nacionalateismo

19/11/2015 - 23:00 Jesús Fernández

Ya está aquí el grito laicista que ha sonado en la noche democrática de nuestro tiempo. Es como un reclamo para los que quieran oírlo. Pero un grito puede atraer o ahuyentar. Los socialistas de hoy responden al nacionalcatolicismo con el nacionalateismo. Se creen con autoridad para mandar en la conciencia de los creyentes. Buscan el voto y la adhesión de los no creyentes. Pero no nos engañemos, el laicismo como medicamento genérico va dirigido contra una determinada confesión religiosa que profesa la mayoría de la población. Para esto quieren o piden la reforma de la Constitución. Están simulando el principio de neutralidad del Estado en materia religiosa para convertirse en un Estado activo, militante o beligerante, provocador e impulsor del ateismo moral o práctico. Ya no luchan contra las creencias sino contra los valores religiosos. No respetan la realidad nacional, la mayoría social, a la que ellos tanto apelan como argumento en otras cuestiones. Erradicar la religión de la sociedad no lo van a conseguir pero quieren terminar con “el catolicismo sumergido” muy abundante según ellos. Utilizan un lenguaje prepotente. Tolerar la religión. Derogar las leyes correspondientes. Denunciar los Tratados. En este campo siguen las consignas del más puro marxismo-leninismo del siglo XX considerando a la religión como una enajenación y opio del pueblo derivada o producto del capitalismo. Religión y política. Está muy bien que luchen por la separación de la religión y el Estado. ¿Por qué no recomiendan esto a otros países y regímenes amigos donde se produce o la persecución religiosa o la identificación y utilización política de la religión? El laicismo ya es muy viejo y el pensamiento ateo no tiene nadie quien le escriba o quien le compre. De vez en cuando hay que agitarle, quitarle el polvo o la polilla, sacarle a pasear o en procesión como una pieza de retablo o de museo, por si obra el milagro de atraer ideología y votos. Sobre todo el aspecto combativo del término. Porque hay un laicismo tranquilo, positivo, fecundo, convivencial. ¿Por qué no piden los marxistas ese laicismo abierto a los diferentes sistemas islámicos de gobierno en otras latitudes? Con el cristianismo y con el catolicismo se puede gobernar y dialogar. La cultura occidental es esencialmente cristiana y ha reportado grandes beneficios a la humanidad. La Iglesia entre nosotros no pide privilegios sino derechos, no pide favores sino autonomía, no quiere protección sino libertad. Sólo pide respeto e igualdad para sus miembros. Los socialistas no buscan una neutralidad del Estado sino una primacía del ateismo reduciendo la religión a un asunto privado. Aunque así fuese, ¿no existen otros muchos bienes privados garantizados por el Estado de derecho? No todo es Estado también existen organizaciones civiles, privadas con libertad religiosa. Se les agotan los argumentos porque no son argumentos, no tienen razones. Creen estar en tiempos de la Revolución Francesa y subirse a la ola antireligiosa sin darse cuenta que dicha ola ya pasó y se están quedando solos.