El otro sueño americano

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Tribuna
David Mathieson, PERIODISTA
“Tanto Obama como McCain han retomado
el sueño de Nixon durante la carrera presidencial de 2008”
¿Qué candidato para la Casa Blanca proclamó que “nuestra capacidad de satisfacer nuestras propias necesidades energéticas está directamente vinculada con nuestra capacidad de actuar de forma decisiva e independiente aquí y en el extranjero para la paz, no solamente de EE UU, sino para todas las naciones del mundo”? ¿McCain? ¿Obama? Pues no, ninguno de los dos. Son palabras del presidente Nixon hace 35 años. Nixon anunció su sueño en 1973 y lo nombró ‘Project Independence’, destinándole una cuantiosa inversión estatal con el objetivo de que se cumpliera para 1980.

Pero por mucho que quiera independizarse del resto del mundo, Estados Unidos depende más que nunca de otros países para su suministro de energía. La producción de crudo estadounidense alcanzó su punto más alto en los años 70 y ha ido en declive desde entonces. En la actualidad, el 70% de sus necesidades energéticas proviene de la cobertura exterior. EE UU cuenta con escasos recursos de gas natural: mientras utiliza más de un 20% de la producción mundial, sólo atesora el 3% de las reservas globales. Como la mayoría de las economías desarrolladas, la estadounidense necesita combustibles fósiles. La relación de los ciudadanos con sus coches es un amor bien conocido (pero no siempre entendido por quienes viven en países más pequeños) y el sector de transporte resulta esencial para que el país continúe funcionando con normalidad. De ahí que un 98% de los vehículos de EE UU necesite petróleo.Otro sector altamente dependiente de las fuentes de combustibles fósiles es el de la generación eléctrica. Casi el 50% de la electricidad generada en EE UU tiene su origen en el carbón y el otro 20%, en el gas. Por contraste, sólo un 20% se origina en centrales nucleares y el porcentaje que representan las energías renovables es aún muchísimo menor. Así que sin las fuentes no renovables, la economía y la vida misma de Estados Unidos se pararía en seco.

Tanto Obama como McCain han retomado el sueño de Nixon durante la carrera presidencial de 2008. Los dos han propuesto políticas y medidas que puedan reducir la dependencia de EE UU en la importación de energía. Como Nixon, los candidatos republicano y demócrata aspiran a refundar la economía estadounidense en lo que hoy en día se llama ‘energy security’; es decir, unas políticas que puedan recortar drásticamente el punto débil de su país. El motivo de la preocupación compartida de Obama y McCain (como lo era hace tres décadas) ha sido el fuerte encarecimiento experimentado por el petróleo. Hasta no hace demasiado tiempo, los analistas preveían que el barril podría alcanzar los 200 dólares y, aunque en los últimos días los precios han descendido a los niveles de hace dos años, la volatilidad y la incertidumbre reinan en el mundo petrolero. Una causa importante de esta inseguridad es que la gran mayoría de las reservas de crudo del mundo se encuentra en países o regiones inestables (incluso hostiles a EE UU) como Oriente Medio, Rusia, Asia central o el Oeste de África. La percepción entre la clase política estadounidense es que si su país ha de depender de esas fuentes, no tiene un futuro asegurado.

Otra razón para la inquietud de los candidatos es la creciente demanda entre sectores del electorado de una energía más limpia para contrarrestar los efectos del calentamiento global, lo que también implica una reducción en la utilización de combustibles fósiles. Así que Obama y McCain coinciden en un objetivo común, aunque planteen estrategias opuestas para lograrlo. El aspirante republicano sitúa su meta en recortar el petróleo importado en unos 700.000 millones de dólares. La iniciativa más importante para hacer realidad ese propósito sería construir 45 centrales nucleares en los próximos años. Sin embargo, los costes de la inversión necesaria, alrededor de 300.000 millones de dólares, constituyen un factor disuasorio importante, como lo es el recelo que siguen suscitando las instalaciones nucleares. McCain también dice estar abierto a la posibilidad de explotar las bolsas petrolíferas incluso en reservas naturales y va a crear un ‘premio’ a fin de acelerar el desarrollo de los coches eléctricos o híbridos.

Obama ha tratado esta última propuesta con desprecio -“Cuando John Kennedy quiso enviar un hombre a la Luna no lo hizo por ofrecer a los científicos un premio…”, ha dicho-, asegurando al tiempo que colocará el impulso a las energías alternativas en el centro de su estrategia en esta materia. El senador demócrata está dispuesto a subvencionar el desarrollo de energías limpias y renovables con 150.000 millones de dólares de dinero público distribuidos en los próximos 10 años. Pero ambos se enfrentan a la posibilidad de que los inconvenientes de sus respectivas estrategias, que requerirán para realizarse de una enorme movilización inversora -pública y privada-, puedan convertirse en insuperables por efecto de la grave crisis financiera. Con lo que el otro sueño americano todavía quedaría lejos de hacerse realidad.