El pacto que quiere el Rey

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Francisco Muro de Iscar Periodista
El presidente Zapatero dice que la situación económica no está “peor que hace seis meses” y los datos son tercos, por mucho que la propaganda los disfrace, y mantener eso es una ofensa no sólo al sentido común sino a todos lo que están sufriendo de verdad la crisis: 500.000 parados más, 600.000 cotizantes menos a la Seguridad Social, más de un millón de familias en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo, 1,5 millones de españoles que, según Cáritas, sufren pobreza severa y alta exclusión social.
La deuda crece y crece por mucho que sea menor que las de otros países; también nuestros ingresos son menores y nuestro paro mayor. El consumo interno está ralentizado. El déficit es muy importante. La caída global del PIB en 2009 fue de un 3,6 por ciento y seguimos en recesión. Crece el número de empresas que cierran. La Banca sigue siendo la principal inmobiliaria de España en lugar de dar créditos, que debería ser su función primordial, y las Cajas de Ahorro, ay, las cuentas de las Cajas de Ahorro. La confianza externa en nuestra economía pasa por momentos malos -no somos Grecia, pero tenemos lo nuestro- y la desconfianza interna en quienes nos gobiernan llega al 76 por ciento. No hay que ser derrotistas y el mensaje de hundimiento acaba provocando una catástrofe mayor. Pero no se puede esconder la cabeza y mentir a los ciudadanos. Por eso, cobra todo el sentido que el Rey Don Juan Carlos afirme que es hora de “grandes esfuerzos y amplios acuerdos para superar juntos, cuanto antes y con la debida determinación, las graves consecuencias de la crisis y para recuperar un crecimiento fuerte y duradero” basado en la educación, la ciencia y la innovación. Pero el pacto que pide el Rey parece que sólo lo apoyan algunos como el excelente diputado que es Durán Lleida. Lo dijo en el Congreso, con un éxito descriptible, se lo propuso a Rajoy, con más de lo mismo, y si Zapatero le llama, que seguramente tampoco, será más por buscar futuras alianzas de supervivencia que por interés en acuerdos para salir de la crisis. CiU -que también busca tocar poder como sea lo antes posible- se ofreció sin condiciones para evitar el naufragio, pero los que debían actuar hicieron mutis por el foro.

Tenemos muchos problemas que exigen un pacto, que exigirían incluso un Gobierno de concentración (algunos creen que bastaría con tener “un” Gobierno) que se aplicara en la tarea de devolver la confianza a los inversores y a los prestamistas extranjeros, pero también a los ciudadanos españoles: aparcar durante un año o dos las peleas partidistas y ponerse a sumar esfuerzos en una misma dirección. La desprestigiada clase política recuperaría todo su valor si fuera capaz de hacer un gesto en este sentido. Pero da la impresión de que sólo el Rey y Durán Lleida quieren de verdad el pacto. Bueno, ellos, y la inmensa mayoría de los ciudadanos que vemos en peligro el pan nuestro de cada día y las pensiones de mañana.