El padre Ángel: campeón de la solidaridad

30/12/2010 - 00:00 Rosa Villacastín

 
En momentos tan convulsos de la economía y de la política, hay gente que vive solo para ayudar a los demás, siempre los más necesitados, bien sean niños, mayores o ciudadanos de países donde la pobreza extrema se ceba con los que menos tienen. Tal es el caso del Padre Ángel, de Mensajeros por la Paz, una de las personas más honestas y buenas que he conocido en mi vida, trabajador incansable, para quien la crisis que nos atenaza es un obstáculo más de los muchos que tiene que salvar cada día, en Madrid o en Haiti, si quiere llegar allí donde la tragedia, el hambre, la enfermedad, el sufrimiento extremo, es el pan nuestro. Ahora que tantos empresarios aprovechan el vendaval financiero para quitarse de encima centenares de trabajadores que se ven abocados al paro, el padre Ángel sigue creando puestos de trabajo, hasta alcanzar la cifra nada desdeñable de 400 en los dos últimos años, que sumados a los 600 que piensa crear en un futuro próximo, nos da una idea de lo mucho que todavía le queda por hacer, a él y a todos nosotros, porque más importante que las ganancias a corto plazo, es la solidaridad, individual o colectiva, pero solidaridad al fin y al cabo. Claro que la diferencia entre este gran hombre y otros a quienes se les llena la boca hablando de ganancias, de bonos, de riqueza, es que el Padre Ángel todo el dinero que recibe lo invierte en ampliar los centros de día a donde acuden ancianos que no pueden valerse por sí mismos, o en atender y educar a esos niños que se ven abocados a vivir en la calle, en cualquier calle, de cualquier ciudad del mundo, para quiénes una mano amiga puede ser su salvación. Uno de los sueños del Padre Ángel que todavía no ha podido hacer realidad, por no se sabe qué extraña razón, es abrir una Iglesia en el centro de Madrid, las 24 horas del día. Una iglesia donde la gente no solo vaya a rezar, si eso le sirve de alivio, sino donde puedan refugiarse y encontrar alivio para sus penas, e incluso donde puedan dejar a un bebé no deseado. La pregunta que les hago y me hago es: si cada vez hay más farmacias, prostíbulos, bares, restaurantes que están abiertos las 24 horas del día, qué impide que lo esté una Iglesia, cuyo fin no es el lucro personal sino ayudar a esas capas de la población que no tienen dónde caerse muertas. Como el padre Ángel hay mucha gente, unos son más conocidos que otros pero todos ellos merecerían un gran homenaje por su generosidad con el prójimo, con los que menos tienen y más lo necesitan. A ellos quiero dedicar este articulo que verá la luz el último día de este 2010, que tanto dolor ha causado en el mundo.