El país se queda sin cajas

08/01/2011 - 18:57 José Luis Gómez

Hasta hace poco eran más bien los expertos económicos o los analistas próximos al Banco de España los que advertían de que las cajas de ahorros iban a ser privatizadas, al tiempo que concentradas al máximo. Ahora ya no. Son los propios dirigentes políticos, empezando por el presidente del Gobierno, los que asumen estas tesis y hablan abiertamente de privatización de las cajas, sin duda la mayor operación económica de la historia de España, ya que estas entidades representan la mitad del sistema financiero y concentran un nivel de activos que en el pasado ni hubiera sido imaginable. Pues bien, semejante operación se hará sin apenas debate político y casi sin que la gente se entere de lo que está pasando, lo cual es posible, entre otras razones, por el pacto tácito entre PSOE y PP. Para esto, Rajoy sí está de acuerdo con Zapatero. Ahora ya sabemos que no serán quince, sino cuatro o cinco las cajas de ahorros que sobrevivirán en España, donde hasta hace bien poco había 45. Lo dijo estos días el presidente andaluz y ex ministro José Antonio Griñán sin que nadie matizara una línea de sus palabras. Además, también hemos sabido en vísperas de Reyes, y nada menos que por boca del presidente del Gobierno, que las cajas de ahorros deben incrementar su capital preferentemente por la vía privada, incluso antes que recurrir al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que es --¿o ya hay que decir era?-- el instrumento creado por el Estado para ayudar al sector financiero mediante el préstamo de dinero a cajas y bancos. En resumidas cuentas, que en apenas unos meses España se ha cargado la mitad de su sistema financiero y con ello más de un siglo de tradición económica y social, protagonizada por unas peculiares entidades que no eran de nadie pero que durante mucho tiempo han contribuido a vertebrar el país, sobre todo en el ámbito local. Ahora casi todo el mundo asume que su situación es tan penosa que hay que concentrarlas y privatizarlas, pero nadie alza la voz para reivindicar y, mucho menos aún, ofrecer una alternativa. A este paso, las autonomías y los ayuntamientos de las grandes ciudades van a quedarse con mucho poder político aparente pero sin capacidad de influencia en las inversiones productivas. En este sentido, España también camina en sentido contrario a Alemania, donde sus cajas de ahorros no pueden salir de sus territorios pero allí donde existen invierten en la economía productiva, es decir, en sus empresariales con los que innovan, crean empleo y exportan. Aquí se va a concentrar prácticamente todo el poder financiero en Madrid.