El Papa Francisco

24/03/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez

  
  
  
  Durante los días de “Sede Vacante”, los cristianos hemos orado de un modo especial por la elección del Sucesor del apóstol Pedro. En estos momentos, ya damos gracias a Dios porque ha regalado a su Iglesia un nuevo Papa. Una vez que aceptó con plena libertad la misión confiada por el Señor, después de la elección del Colegio Cardenalicio, el Cardenal Bergoglio, hasta ese momento arzobispo de Buenos Aires, se convertía de hecho en el Obispo de la Iglesia de Roma, Sucesor del apóstol Pedro y Pastor de la Iglesia universal en la tierra. Seguramente durante los próximos días aparecerán comentarios para todos los gustos sobre la personalidad del nuevo Papa. Sin saber muy bien lo que se quieres decir, unos afirmarán que es un Papa progresista. Otros, por el contrario, manifestarán que es un conservador. Para algunos será muy anciano y no podrá cumplir adecuadamente el encargo recibido. Otros mostrarán sus reticencias porque consideran que no tiene la suficiente experiencia para el ejercicio de la misión confiada. Los cristianos debemos huir de estos tópicos que están muy de moda en nuestros días y que ponen en evidencia que las ideologías de algunos les impiden ver la verdad y la objetividad de los hechos.
 
  Ante todo, hemos de tener muy presente que el mismo Jesucristo es la fuente y el fundamento de todo ministerio en la Iglesia. El mismo Señor, que en su día puso a Pedro al frente del grupo de los apóstoles confiándole el poder de las llaves, es también quien llama y envía al nuevo Papa. Por lo tanto, el Papa Francisco ha de vivir y ejercer el ministerio confiado en plena sintonía con la voluntad del Señor, puesto que es Él mismo quien le da la autoridad y la misión al frente de la Iglesia. Es más, ha de ejercer esta autoridad desde la actitud de siervo y esclavo de todos, pues como escucharemos y celebraremos durante los días del Triduo Pascual, Jesucristo no vino al mundo para ser servido sino para servir y dar la vida por la salvación de los hombres. Adoptando “la forma de esclavo”, Jesús se sometió a la muerte y muerte de cruz. Por eso, el Padre lo resucitó y el dio el nombre sobre todo nombre.
 
  Ante Él toda rodilla se doblará en el cielo y en la tierra. El Papa, los obispos y los sacerdotes, en virtud de la ordenación, hemos sido constituidos ministros de la gracia divina y de la Palabra de Dios, pero ni la Palabra ni la gracia son propiedad nuestra, sino del Señor, que nos las ha confiado por la acción del Espíritu Santo para el bien de los otros, para la santificación y orientación de toda la comunidad cristiana. Esto nos exige actuar siempre como servidores y “esclavos” de los restantes miembros del Pueblo de Dios. Como el cumplimiento de este encargo no es fácil, es necesario que todos los cristianos ayudemos al Santo Padre en el ejercicio de su ministerio al servicio de la Iglesia con el testimonio de nuestra fe, con la oración por su persona y con la gozosa aceptación de sus enseñanzas. Que las críticas o las falsas imágenes, difundidas por algunos medios de comunicación sobre la personalidad del nuevo Papa, no debiliten nunca nuestro sincero afecto hacia él ni la adhesión efectiva a su magisterio. Feliz celebración de la Semana Santa.