El peor presidente y líder, de España y del país
01/07/2011 - 00:00
En su enésima despedida, esta para comunicar por fin la fecha de las elecciones, Zapatero vino a decirnos que convocaba a las urnas porque su misión estaba cumplida. El hecho de que llevar meses enfatizando, hasta dos segundos antes, que había de "sacrificarse por España" hasta marzo, ni siquiera ha sus citado demasiado encono. Que afirme una cosa y al minuto siguiente, con igual engolamiento, la contraria no supone nada relevante, sino que supone una de su más característica seña de identidad, el DNI de quien ha sido el peor presidente, entre otras cosas por esto mismo, de la reciente historia democrática española.
Hasta él, los presidentes democráticos españoles han tenido, para nuestra fortuna, más luces que sombras y pasados ciertos enconos se les vislumbra como positivos para España.
Lo fue Suárez, providencial para aquel momento esencial con su intuición y valentía. El efímero Calvo Sotelo cruzó su periodo provisional con todo decoro. Felipe modernizo el país, avanzó en derecho sociales, sanidad y educación y nos prestigió internacionalmente.
Su final fue turbio y prescindible pero el cómputo global no fue en absoluto malo. Como tampoco el de Aznar, a pesar también de sus soberbias postreras: el salto en riqueza y trabajo, nuestra entrada por la puerta grande al euro, cuando nadie lo veía posible, nuestra pujanza económica y nuestra percepción en el mundo de nación emergente y con influencia son hechos.
Como lo es, contrastable y obvio, del demoledor periplo zapateril que recogió un país boyante, con confianza en su presente y futuro y entrega una España en crítica situación económica, social, territorial y política.
Una España de confianzas devastadas, con un paro aterrador, con una economía que repta por el suelo de la crisis, con la ciudadanía presa de la desesperanza, y con los españoles, encima y como postre, más sectarizados que nunca pues a la voluntad generosa de pasar página y mirar hacia adelante, se ha querido contraponer la división guerras pasadas y la recuperación de memorias rencorosas.
Eso unido a haber conseguido descoser aún más de lo que estaba a la Nación con su aliento a estatutos que la desvertebraban y discútase si sus atajos con respecto a ETA, cuando agonizaba sin recursos ni oxigeno, no han convertido lo que era una derrota segura de los terroristas en una negociación victoriosa para ellos.
Se dirá que José Luis Rodríguez Zapatero no es culpable apenas de nada y desde luego nunca del deterioro social y económico. Que ello sido mundial y más aún europeo e inevitable dada nuestra burbuja ladrillera. Y sí, algo de ello es cierto. Nadie ha de culparle del inicio de la crisis ni de la aparición de otros problemas.
Pero al gobernante se le juzga por sus respuestas a esas situaciones. Y la de Zapatero ha sido lamentable, de la ocultación a la mentira atravesando por toda suerte de ineptitudes, ineficiencias, parálisis y disparates.
Lo ha sido tanto que la prueba esencia de su balance la han dado más que nadie y aunque lo oculten sus propios correligionarios. La condena queda clara al no quererlo como candidato, al percibirlo como el lastre mayor para el partido. Supone abjurar de todo lo que ha sido y representa. Que es lo que está haciendo Rubalcaba- pretendiendo que olvidemos que él ha sido parte, sostén y piedra básica de todo el entramado-pero sin reconocerlo sino tributándole grandes aplausos y palmadas.
Los hechos del PSOE son borrar todo lo que se puedan a Zapatero y eso es asumir en los hechos lo que rechazan con grandes protestas de palabra. Que ha sido un gobernante nefasto al que la población rechaza. Pero además, y para su partido, será momento también en que terminen por asumir que sus delirios y desviaciones de lo que ha sido y significado el PSOE han llevado a la organización a una situación gravísima. Zapatero no solo ha sido el peor líder para España, lo ha sido también para su propio partido, el que Felipe y Guerra convirtieron en hegemónico, al que deja en una situación lamentable.
La peor en poder y prestigio desde que se recuperó la democracia. Lo suyo, aquella irresistible ascensión desde la nada a la secretaria general y luego al poder en España, las pretensiones del aprendiz de brujo y sus comparsas parecieron a muchos, y en principio, maravillosos encantamientos.
Han resultado un espejismo y una quimera. Las realidades de hoy al final del trayecto no pueden ser peores para sus siglas. Lo deja vencido y teniendo que recurrir casi al último de sus veteranos como única forma de esquivar el naufragio absoluto. Zapatero, en resultados, para los socialistas y para todos nosotros no puede ser más negativo de lo que ha sido.
El balance final está muy lejos de su pretendida "misión cumplida". No es otra cosa que una huida ante el reventar de todos los calderos y una fuga del fuerte en llamas. O aún peor, unos y otros, todos, lo último que le han pedido es que no se quede a "ayudar" en nada.