El perro guía de Llop

16/06/2011 - 00:00 Charo Zarzalejos

 
Josep Maria Llop, diputado invidente de CiU, fue especialmente víctima de la cuadrilla de vándalos que protagonizaron los graves incidentes ante el Parlamento de Cataluña. El señor Llop sale a calle con su perro-guía. El perro son sus ojos y hasta con el perro se metieron estos que ya desde hace mucho tiempo acampan en Cataluña, escenificando así un acto de máxima crueldad. Los expertos en la materia aseguran que a estos perros no se les debe, ni siquiera, acariciar. Están adiestrados para una rutina precisa y todo lo que sea sortear esos límites el perro, por decirlo de algún modo, se descontrola y por tanto no puede cumplir con el papel para el que ha sido adiestrado.

   Nuestra democracia, como el perro-guía del señor Llop, para funcionar como es debido si algo debe cuidar son sus propios límites que no son muchos, pero si muy precisos. En democracia no cabe la intimidación, la amenaza, la agresión física, considerar el espacio público como el pasillo de tu casa. Todo esto se produjo en Barcelona en donde además, el Gobierno se ha demostrado incapaz de prever los acontecimientos. Ver llegar a su presidente en helicóptero supera cualquier ficción. Lo ocurrido en Barcelona se produce a la sombra del movimiento 15-M; es decir de los "indignados" que si hasta el momento habían logrado mantener un importante nivel de simpatía y una aceptación totalmente acrítica sobre su forma de actuar, ahora ya deberían repensar su propia organización. Es seguro que al albur de los "indignados", los grupos violentos y antisistema han creído encontrar un cierto acomodo y es de esto de lo que los "indignados" deben abjurar de manera constante, oficial y pública.

   Pero, además, los "indignados", en la medida que es un colectivo que va tomando forma y cuerpo, deben aceptar que otros tan indignados como ellos les miren sin el acriticismo del que hasta el momento han venido disfrutando. Hasta ahora han gozado de la excepcionalidad, pero en la medida que quieren formar parte del paisaje deben aceptar la crítica como la aceptan los partidos, los empresarios o los sindicatos. Porque este "indignados" y sean -solo faltaba_ pacíficos no les da bula alguna y quizás, por todo ello, deberían repensar su propia organización. El asamblearismo, la red no son interlocutores suficientes y en algún momento este movimiento debe ir dotándose de cara y ojos reconocibles. Sin un mínimo liderazgo reconocido y reconocible será difícil saber dónde empieza y donde acaba el 15-M, y se facilita la tarea de aquellos que aprovechan la coyuntura para la violencia. Cuentan las crónicas que el señor Llop, cuando intentaron robarle a su perro-guía, llegó a enfrentarse dialécticamente con sus atacantes. Reaccionó con dignidad ante el ataque que sufría.

   Y eso debe hacer la democracia. Reaccionar con dignidad ante quienes atacan sus límites y si hay que emplear la fuerza, se emplea, dentro , como es lógico , de la ley y de la prudencia y sin complejo alguno. Como aquellos que están dispuestos a casi todo equivoquen prudencia con impunidad, o lleguen a la conclusión de que lo duro es defender la democracia y lo comprensible, dadas las circunstancias, saltar los límites, todo quedará desnortado. No es políticamente correcto afirmarlo, pero democracia y autoridad no solo no son conceptos incompatibles, sino absolutamente dependientes. Sin autoridad democrática no hay democracia. La situación económica es mala y puede ser peor. Gobierne quien gobierne habrá que tomar medidas, muchas de ellas, duras y siendo lógico y más que razonable el malestar social, bueno será que desde ahora mismo se marque con claridad el terreno de juego de manera que quienes salten a la pista sepan de antemano cuales son los límites y cuales las consecuencias de saltárselos. El ambiente está espeso y tenso y promete estarlo mucho más.