El personaje oculto
30/06/2011 - 00:00
Ahora ya hasta su parpadeo tiene algo de táctico. Cualquier gesto, cualquier saludo, aplauso o silencio son examinados con lupa y, desde luego, de todo ello se extraen lecturas políticas. Esto es lo que le pasa a Alfredo Pérez Rubalcaba, el personaje oculto de estas tres jornadas parlamentarias en las que el presidente, y según sus propias palabras, no hizo un discurso de despedida, sino que incluyó la despedida, que no es lo mismo.
El plato fuerte de estas jornadas ha sido, como siempre, el cara a cara entre Zapatero y Rajoy, "viejos conocidos" como afirma el presidente, pero en el ambiente estaba que el importante, el interesante era Alfredo Pérez Rubalcaba que en esta ocasión midió sus pasos con precisión milimétrica.
Entró a distancia del presidente y salió de la misma manera. No se paró en los pasillos con los periodistas, cosa que en él es habitual y allí en su asiento ha estado como si la fiesta no fuera con él, aunque todos estuvieran pensando en él. De manera deliberada y bien estudiada, Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido el personaje oculto de un debate que, al final, ha dejado la sensación compartida de que esto se ha acabado, que por mucho que el presidente quiera lo contrario, esta legislatura tiene los días contados y ello pese a que el PNV, aunque no lo dijera expresamente, está dispuesto a acompañar a Zapatero hasta el último momento.
El día 9, Alfredo Pérez Rubalcaba será proclamado oficialmente candidato. Habrá acto público en el Ifema de Madrid y a partir de ahí, el personaje oculto dejará de serlo para convertirse en el más que visible candidato socialista, en el hombre que sin necesidad de piruetas de despiste decidirá cuándo y cómo se acaba la legislatura. La competencia es del presidente, pero las decisiones que éste adopte serán colegiadas con el candidato y será el candidato, después de tantear al PNV, el que decida qué tiempos le convienen más. En cualquier caso, los tiempos son escasos de manera que en septiembre, haya o no convocatoria de elecciones, se entrará de lleno en tiempo electoral.
La proclamación oficial de Pérez Rubalcaba será un punto de inflexión en la actual situación presidida por la ficción de un presidente que se despide pero que no se va, y que, además, continúa siendo secretario general del PSOE, con un candidato que, todos lo sabemos, es más que una cara para el cartel electoral y con una legislatura que en su tramo final depende más de Sabin Etxea, sede central del PNV, que de los deseos del presidente. Además, y de manera inevitable, habrá remodelación, que no crisis de Gobierno. En Moncloa no se está para mucha fiesta y de ahí que los muchos papeles que juega Rubalcaba vayan a ser repartidos entre los que están.
El primer papel que se va a quitar de encima es el de Interior y muy probablemente la portavocía del Gobierno y para ambas tareas son muchos los que miran a Ramón Jáuregui, en otros tiempos ignorado por Zapatero pero siempre bien visto por Rubalcaba.
El personaje oculto tiene ya diseñada su hoja de ruta y en ella José Blanco, artífice hasta ahora de todas las campañas socialistas, tiene su papel aunque la cara visible de la campaña de Rubalcaba vaya a ser Elena Valenciano. Como ocurre siempre en política, lo oculto es más determinante, más influyente y más decisivo que lo que se ve. El personaje oculto de Rubalcaba, lo ratifica
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