El peso de Zapatero
01/10/2010 - 09:45
PUNTO DE VISTA
FERNANDO JÁUREGUI,
PERIODISTA
Sarkozy, quizá para quedar bien, dice que
apoya la presencia española en la ya famosa
cumbre anticrisis. .
apoya la presencia española en la ya famosa
cumbre anticrisis. .
¿Cuánto cuenta España en el actual concierto internacional? Lo estamos viendo estos días: bastante. O bastante más de lo que dicen algunos pesimistas -vamos a llamarlo así-, aunque menos de lo que nos quieren hacer creer los ámbitos gubernamentales. Sarkozy, quizá para quedar bien, dice que apoya la presencia española en la ya famosa cumbre anticrisis. Aunque luego el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, que también asegura respaldar esta presencia, agrega que quien invita, al final, es Bush, y que de él depende que Zapatero esté o no con los otros grandes, algunos de los cuales, por cierto, son bastante más pequeños que nuestro país.
O sea, que estamos nuevamente en las manos implacables de Bush. Un Bush que, para mediados de noviembre, ya estará de despedida, seguramente para ser relevado en enero por Obama. Y que probablemente tendrá menos ataduras que nunca para seguir ventilando su vieja animadversión hacia Zapatero. Ahora, todo depende del famoso peso de España -no de Zapatero, que sin duda pesa menos-: ¿hasta qué punto van a presionar a Washington Sarko, Gordon Brown, Berlusconi, Merkel y el propio Durao Barroso para que admita en el supercónclave, que puede poner patas arriba los cimientos del capitalismo tal y como hoy lo conocemos, al gobernante español?
La verdad, no estoy nada seguro de que tales presiones se ejerzan. España es un país con tan escasa temibilitá internacional que incluso desde una nación tan amiga como lo ha sido siempre Argentina se permite su actual líder lanzar, sin previo aviso y sin respeto a la seguridad jurídica, una sonora bofetada contra nuestros intereses.
La presión para que España de verdad cuente en el panorama internacional ha de proceder de la sociedad civil española, de los inversores, de los medios de comunicación... y de la clase política como un todo: una sola voz exigiendo que nuestro país ocupe el lugar que le corresponde. De nuevo se pone de manifiesto la necesidad de desarrollar ese pacto con la oposición que ya se materializó el pasado lunes.
O sea, que estamos nuevamente en las manos implacables de Bush. Un Bush que, para mediados de noviembre, ya estará de despedida, seguramente para ser relevado en enero por Obama. Y que probablemente tendrá menos ataduras que nunca para seguir ventilando su vieja animadversión hacia Zapatero. Ahora, todo depende del famoso peso de España -no de Zapatero, que sin duda pesa menos-: ¿hasta qué punto van a presionar a Washington Sarko, Gordon Brown, Berlusconi, Merkel y el propio Durao Barroso para que admita en el supercónclave, que puede poner patas arriba los cimientos del capitalismo tal y como hoy lo conocemos, al gobernante español?
La verdad, no estoy nada seguro de que tales presiones se ejerzan. España es un país con tan escasa temibilitá internacional que incluso desde una nación tan amiga como lo ha sido siempre Argentina se permite su actual líder lanzar, sin previo aviso y sin respeto a la seguridad jurídica, una sonora bofetada contra nuestros intereses.
La presión para que España de verdad cuente en el panorama internacional ha de proceder de la sociedad civil española, de los inversores, de los medios de comunicación... y de la clase política como un todo: una sola voz exigiendo que nuestro país ocupe el lugar que le corresponde. De nuevo se pone de manifiesto la necesidad de desarrollar ese pacto con la oposición que ya se materializó el pasado lunes.