El piso es nuestro
06/06/2011 - 00:00
El espectáculo que se esta montando en algunas autonomías, ante la marcha de unos inquilinos y la llegada de otros, adquiere matices de un esperpento que don Ramón María del Valle Inclán se vería en las malas condiciones de no poder mejorar.
Los que se tienen que marchar adquieren el aire enfurruñado de quienes han sido víctimas de un desahucio improcedente, y los inquilinos nuevos tienen unas prisas excesivas que no se corresponden con la educación y las buenas maneras. Otrosí, tanto unos como otros se olvidan de que el piso es nuestro, y no de ellos, de que los que pagamos los recibos de la luz, y la cuota de la comunidad, y el sueldo a los administradores, somos los contribuyentes, en este mes más contribuyente que nunca, porque nos estamos dando cuenta de lo caro que nos sale alquilar el piso. Porque el piso es nuestro. Nuestro. El piso no es de los que se van, que parece que quieren ocultar los destrozos que han hecho durante su estancia, ni tampoco de los que vienen, que tienen un contrato de alquiler por cuatro años y ya veremos si los propietarios se lo prorrogamos o lo cancelamos.
De cualquier manera, si e PSOE se ha dejado facturas sin pagar, las vamos a abonar los propietarios, y si el PP se encuentra don deudas inesperadas, no la van a pagar ellos de su bolsillo, sino nosotros de nuestros impuestos, directos e indirectos. Pero lo más grosero, lo más impertinente y lo más desconsiderado y descortés, es que en estas trifulcas de los inquilinos, dan por sentado que la propiedad es un usufructo que pasa de manos. Y eso es lo más irritante, y lo que pone en evidencia nuestra falta de cultura democrática: que los dos principales partidos, las dos fuerzas llamadas a la alternancia en la administración del piso hayan caído en la extraviada consideración de olvidarse de que el piso sobre el que discuten no es de ellos, sino nuestro.