El plesbicito del domingo

20/05/2011 - 00:00 Rafael Torres

 
Las elecciones locales y autonómicas que el Partido Popular quiso convertir en un plebiscito contra el Gobierno del PSOE se va a convertir en un plebiscito contra el sistema del que los dos partidos son los principales sostenedores y adalides. Teorías de la conspiración aparte, pues es imposible determinar el impacto que las protestas del movimiento Democracia Real Ya, o del 15M, pueda tener en los resultados electorales, parece claro que el repudio mayoritario hacia una clase política inepta, irrespetuosa con los ciudadanos e indiferente a los sufrimientos que padecen en las actuales circunstancias, será la opción que, sustanciada en una alta abstención y en la atomización del voto, gane los comicios. O dicho de otro modo: la gente está tan harta de los partidos políticos actuales que es muy probable que gane el que no se presenta.

   Pues tradicionalmente el PSOE tiene, cuando gobierna, el gatillo de la represión policial menos fácil que el PP, se espera que la irresponsable decisión de la Junta Electoral Central de prohibir hoy y mañana cualquier concentración ciudadana, no derive en agresiones de la fuerza pública a las personas que pacíficamente se manifiestan contra el turnismo, la corrupción política, la impunidad de los causantes de la crisis y la propia Ley Electoral, que cobra carísimo el voto para cualquier partido que no sea el PP o el PSOE. Esas personas son libres (o quieren serlo), están en su país, se reúnen en sus plazas y expresan sus reivindicaciones, de suerte que no puede atropellarse el derecho superior que les asiste para todo ello invocando la añeja norma, incumplida casi siempre, de la "jornada de reflexión".

   Más o menos, ya está todo el mundo reflexionado. Que a los españoles se les presenten listas electorales cuajadas de imputados por delitos de latrocinio, o en las que figuran los tipos que arruinaron y hundieron, por ejemplo, la Caja de Castilla-La Mancha, o sujetos que deben su promoción social a nada secretas corruptelas y chanchullos, sólo puede explicarse por la creencia del sistema de que los españoles son bultos. Y no son bultos
 
    
 
 
   

   

 
 
  
 
  
 
   
 
   
 
  
 
   
 
 
  
 
  
 
 
 
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