El poder de Bildu

24/06/2011 - 00:00 Antonio Casado

 
No deja de ser una extravagancia que desde la presidencia de un órgano provincial como la Diputación General de Guipúzcoa -las particularidades forales no derogan el argumento- se anuncie el comienzo de una "era histórica" en el País Vasco y se proponga por enésima vez un proceso de negociación de Eta con el Estado para resolver lo que la banda terrorista y sus terminales políticas califican como "el conflicto". Eso es exactamente lo que hizo Martín Garitano -uno de los empotrados como "independientes" en la coalición Bildu-, cuando este jueves fue proclamado diputado general de Guipúzcoa, una especie de gobierno provincial, aunque de competencias no comparables con las diputaciones provinciales del resto de España.

   La condición de territorio foral permite a dicho gobierno, por ejemplo, recaudar impuestos, decidir sobre infraestructuras o gestionar los servicios sociales en Guipúzcoa. Como se ve, importantes tareas de servicio público cuyo acierto o desacierto no van a valorar los ciudadanos en función del fervor patriótico de sus gestores. Y mucho menos en función de su capacidad de influir en el cambio del vigente marco político constitucional a favor de un Estado vasco. Martín Garitano al frente de la Diputación General del territorio y Juan Carlos Izaguirre como alcalde de San Sebastián, ambos de la coalición Bildu, se pueden pasar el día reclamando la libertad de los presos etarras o esperando el advenimiento de la Euskadi una, grande y libre, pero si eso les distrae de los servicios que han de prestar a los guipuzcoanos puede que se acaben retratando antes de lo que pensamos como unos malos administradores de lo cotidiano.

   Al igual que en el Ayuntamiento de San Sebastián, el acceso de los amigos de Eta al poder en la Diputación General de Guipúzcoa es una consecuencia de la falta de entendimiento entre el PNV y el PSE de Patxi López, que lo hubieran evitado sumando fuerzas. No hubo caso. Cada uno votó a su candidato y acabó imponiéndose la fuerza que contaba con más votos propios. O sea, Bildu, que había sido primera fuerza en las elecciones del 22-M, después de la luz verde del Tribunal Constitucional. Esta gente se autodefine como "abertzale" y "socialista". Pero se alejan de los socialistas y se acercan a los abertzales al buscar compañeros de viaje, aunque sean de ideología conservadora como el PNV. Y es que la patria tira más que dos carretas. Sobre todo si se trata de controlar unos ingresos anuales de 4.287 millones de euros (ejercicio 2011), amén de la alcaldía donostiarra (393,7 millones de euros de presupuesto) y 100 alcaldías más en el País Vasco. Con tanto poder institucional me sorprendería que no hicieran lo posible por frenar a Eta en caso de que la banda quisiera volver a las andadas. Pero eso está por ver.

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