El poder de los jueces
30/05/2013 - 00:00
Aunque lego en la materia, mi paso por las Cortes como cronista parlamentario y director de Parlamento de TVE me permiten, modestamente, hacer una valoración de determinados jueces a todas luces rocambolesca. O como diría Pedro Pacheco, la Justicia es un cachondeo y el cachondeo se lo van a dar a él por ciertas contratas en la alcaldía de Cádiz pidiendo la fiscalía cuatro años de cárcel. Da la impresión -es una apreciación personal- de que sus señorías, a la voz de maricón el último, hailos, los hay, están a la caza conejil de los personajes de la derecha (no exenta de tropelías, sinvergonzonerías, trinques y otras acciones delictivas) mientras se observa cierta laxitud con las formaciones de izquierda. La cosa viene de lejos. Desde que Garzón, en venganza porque Felipe no le nombró ministro de Justicia, empapeló a José Barrionuevo cuando, a mi parecer, era un hombre honesto, así como al general Galindo, que desarticuló huevos de comandos de ETA.
Los episodios -largos de enumerar- confluyen en la Gürtel, para no alargarnos, trama de muchos bigotes, hasta que el panfletario televisivo exhibido por el juez/los jueces, en unión de la mediática de izquierdas condene a reo de muerte popular a cualquier presunto imputado de la derecha. ¿Es esto justicia? Sí, todos somos iguales ante la Ley, y una leche. Compruebo la saña del juez instructor del caso Nóos por el cuarto turno, del que no tengo buenas referencias. (Mi amigo Pablo Castellano, que vive en Mallorca, tiene por compañera a su costilla Ana, jueza también por el cuarto turno). Si el juez Castro no empitona a Iñaki Urdangarín, quizás con razón y con elocuentes datos (vaya pollo el jugador de balonmano que metía la mano) se le cae el pelo, la toga y las puñetas; y si tampoco imputa a la infanta Cristina, ídem de lienzo.
Esto de sentenciar mirándose el ombligo y salvar la cara ante la opinión pública no me parece justo. Y lo más, a mi juicio, sangrante es mandar a prisión a Miguel Blesa, ex presidente de Caja Madrid y pepero por devoción, casualidad, casualidad, por haber adquirido el City National Bank de Florida que ha resultado ruinoso. ¿Pero no estamos en una economía libre de mercado como se contempla en la Constitución? Los negocios salen bien o salen mal. Su señoría Elpidio -vaya nombrecito- José Silva se arroga, ¡oh pueblo!, la valentía para que vemos un populacho pancartero y gritón porque los banqueros son conducidos a prisión o simplemente van a declarar. No se olvide al ex juez Garzón que prevaricó con la pasta que le dio el Santander, mi querido Emilio, y ahora anuncia que es el momento de volver a la política.
No, don Baltasar, usted siempre estuvo en ella y profirió diatribas contra la derecha para, después, adentrarse en la memoria histórica con Paracuellos como pasaje bendito e inmaculado. Y, por último, me parece, con todos mis respetos, y hasta sin ellos, la continua interpretación de las leyes por determinados jueces enmendando la plana del Legislativo. No, señorías, sean Justicia con todas las palabras. No pueden ser los dos poderes a la vez. Y a ser posible con la venda en los ojos pero sin hacer hueco para ver. A lo peor, por esto, igual me detienen. Yo que procuro el bien, amo a las personas, animales y cosas. Si me dejan