El portavoz
Hace tiempo que dejó de merecer aquel entre despectivo y cariñoso apodo de 'Pepiño'; José Blanco es un valor político, y no entenderlo, pese a las sombras que acompañan a las luces del personaje, es un error de primera magnitud. José Blanco puede ser muchas cosas: secretario de Organización del PSOE, si usted quiere. Incluso ministro de Fomento. Lo que nunca puede ser es el portavoz del Gobierno. Me parece un error monumental haberle colocado en ese puesto.
Ignoro cuáles han sido los meandros que le han llevado al atril de La Moncloa. Pero el hombre que habla tras los consejos de ministros inmediatamente después de sus reuniones tiene que incluir en su nómina cualidades de las que, aparentemente, Blanco carece: conocimiento profundo de la marcha de la Administración, algo más que nociones de economía y derecho y un talante no demasiado sectario ni combativo con la oposición. Virtudes, ya digo, que no han venido adornando precisamente a este hombre fogoso, curtido sobre el terreno, político en los mejores y los no tan buenos sentidos de la palabra.
¿Dará la talla cuando el Gobierno tiene que adentrarse en nuevos senderos de crisis europea? ¿Es Blanco exclusivamente el encargado de tratar con los medios de comunicación españoles, a los que el Gobierno obviamente desdeña, olvidando las otras muchas facetas de un portavoz? A lo largo de su trayectoria, que ha tenido cosas muy buenas, José Blanco ha cosechado algunos enemigos, numerosos recelos, desconfianzas sin cuento.
Pienso que, con una remodelación que casi ni ha merecido los honores de
primera página, Zapatero ha cometidos errores: una, no haber propiciado una
crisis en toda regla, con sustituciones de varios ministros y no ese escalafón
cosmético, sin sorpresas, que ha propiciado; la segunda, obviamente, haber
cedido a las presiones -que no me cabe duda de que han existido- para situar a
Blanco en el puesto clave del portavoz. Señales ambas, para mí, junto a otras
varias, de que Zapatero ya ha tirado la toalla y que su ánimo de combate es muy
escaso. Hace una semana hubiera apostado otra cosa; hoy, si tuviera que hacerlo
de nuevo, apostaría por la hipótesis de un adelantamiento de las elecciones.
¿Acaso está dejando ZP otro camino?