El PP vuelve a soñar con las elecciones anticipadas

24/11/2010 - 00:00 José Cavero

Algunos observadores y analistas contemplan con grave preocupación lo que está sucediendo entre PSOE y PP "a la luz del caso irlandés". El PSOE reclama responsabilidad, patriotismo, declaraciones mesuradas, mientras el PP y sus órganos de opinión afines insisten en que el mal trance por el que atraviesan las finanzas españolas es efecto directo del Gobierno y de la gestión de Rodríguez Zapatero. La estrategia del PP permite suponer que está en un último intento de conseguir la anticipación de elecciones, como ha hecho el primer ministro de Irlanda, aunque sea al precio de un rescate de la deuda como el que se prepara para recibir Irlanda. Una estrategia que no es nueva, y que viene resumida en el "cuanto peor, mejor". O sea, cuando peor vayan las cosas para el país, mejores perspectivas electorales tendrá el PP... De ahí, también, que las dos partes contendientes, socialistas y populares hayan mostrado, una vez más, opiniones divergentes sobre lo que para cada parte es ser patriota. "Ser patriota es decir la verdad a los españoles, plantear reformas y no escurrir el bulto", afirmaba la portavoz parlamentaria Soraya Sáenz de Santamaría. "No hay oposición más irresponsable en Europa que la del PP español. Ante la duda y las dificultades, los populares siempre se sitúan contra los intereses de España; no le importa hacer daño al país", proclamaba, por su parte, la portavoz del comité electoral del PSOE, Elena Valenciano. Todo a cuenta de lo que sucede en Irlanda y tiene reflejos permanentes y preocupantes en las finanzas españolas, alcanzadas por el temido efecto contagio. Sáenz de Santamaría como Dolores de Cospedal, o el responsable de Economía de los populares, Cristóbal Montoro, los tres intercambiaron críticas muy severas con José Antonio Alonso, portavoz del Grupo Socialista, y la mencionada Elena Valenciano. Todo eso sucedía mientras el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, exhortaba a que no se hicieran "declaraciones dispares" desde el mundo político. Pero ya hemos contemplado la escasísima atención que unos y otros han hecho a Mafo: "Ser antipatriota es no querer hacer reformas por tener miedo a los electores y a las urnas y seguir en el Gobierno cuando no se sabe cómo gobernar", expuso Sáenz de Santamaría, quien seguidamente se ofrecía como alternativa a lo que hay: "Se necesita un Gobierno que lidere, creíble y que haga reformas". Todo lo cual, por otro lado, choca con las opiniones expresadas por la mayoría de las intervenciones de la última ejecutiva del PP, que "caminaron por la senda de la prudencia", ante la caída de Irlanda, y la posibilidad de que España pudiera ir detrás. Pero esa invitación a la prudencia sirvió de poco, porque al día siguiente se impuso la actitud beligerante de la plana mayor del PP. "El Gobierno tiene que demostrar que no es Irlanda", retó la secretaria general del PP Dolores de Cospedal. Le replicaba el responsable autonómico y secretario de Estado Gaspar Zarrías: "El PP está en una carrera alocada para hacer daño a España", decía. Y en la misma línea, el titular de Trabajo, Valeriano Gómez, y el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, se esforzaban por infundir tranquilidad con la reiteración de que España está cumpliendo con sus obligaciones. Los datos de que el déficit español se ha reducido en un 47 por 100, nada menos, y que logrará situarse a final de año en el límite previsto y comprometido son buena demostración de esos "deberes bien hechos". Pero no acaba ahí todo, el PP sigue reclamando reformas en la Administración, en el sistema energético y en el mercado laboral, según la enumeración de Cristóbal Montoro. Responden los socialistas que ya en marcha, "y el PP lo sabe", señalaba la portavoz socialista en el Senado, Carmela Silva, para quien el PP "practica la kale borroka política". Pero, lo dicho: el PP vuelve a ver la posibilidad de que España repita el caso irlandés: duro varapalo internacional a la política del gobierno e inevitables elecciones anticipadas. Con la consecuencia final: salto del PP a la Moncloa..., al precio que sea. .