El regreso del odio
17/01/2011 - 00:00
La agresión al consejero de Cultura de Murcia, del PP, debiera hacernos reflexionar más allá de la preceptiva condena y de la utilización propagandista del asunto. Lo sucedido es grave, pero lo es mucho más aún como síntoma de algo que viene larvandose en la sociedad española desde hace algunos años: el regreso del odio político.
No sólo hemos retrocedido en ese aspecto a épocas que suponíamos superadas, sino que el encono crece por día y cada vez el caldo de cultivo tiene más de ese peligroso fermento entre sus ingredientes.
El rival, el adversario político se ha convertido en enemigo. Es un ser al que por serlo de una determinada tendencia política se considera ya como alguien que no tiene valor alguno y por el contrario es portador de todos los defectos y males. Vamos, que no merece ni respeto ni consideración siquiera de persona. Será "un facha" o por el contrario un "progre de mierda". Y punto.
El extremismo y la simplificación han ido creciendo de manera peligrosa. Cierto que es, por fortuna, una minoría pero que el mensaje esté cogiendo raíces más allá de segmentos ultras de un lado u otro, que siempre han existido es lo que se convierte en preocupante. Y contra los que debiéramos luchar, en pro de la democracia, de la libertad y de la convivencia, con todas nuestras fuerzas.
Lo primero en Murcia será detener a los culpables y aclarar muy bien lo ocurrido. No ha de ser difícil teniendo en cuenta el proceder y las circunstancias. Como resulta sorprendente que no se haya actuado, identificado y llevado ante la autoridad competente a quienes desde sus ordenadores se están dedicando a insultar a la víctima de la agresión y a amenazar a otros objetivos próximos, a la hija del presidente de la comunidad para ser más exactos. El IP de un ordenador es la huella fácilmente seguible y la política ya debería tener datos y hasta haber practicado detenciones. Cuanto antes mejor.
Porque urge que con toda celeridad se descubra a los culpables. Ello y el imprescindible cese ya del subdelegado del Gobierno dada su manifiesta inutilidad e incapacidad de actuar ante hechos claramente anunciadores de lo que finalmente ha sucedido. Es urgente y necesario que los dos hechos se produzcan. Pero también que se extraiga lección y se pongan remedios. Y que nos olvidemos de ese doble rasero de medir que resulta atrozmente maniqueo. Los que acusaban ayer a Sarah Palin de poco menos que instigar al trastornado homicida de Arizona son los que ahora niegan cualquier relación causa-efecto en Murcia. Por el contrario los que exculpaban de toda responsabilidad a Tea Party en la generación de ese clima son los que ahora señalan sin duda alguna hacia los presuntos culpables ideológicos del asunto. Dejemos mejor tales cosas aparte de una vez. Porque estamos jugando con algo que puede ser grave, muy grave.