El relevo y las trampas

07/06/2011 - 00:00 Esther Esteban

 
Mi tierra, Castilla-La Mancha, se ha convertido en noticia internacional y no precisamente por algo bueno, sino por algo tan escandaloso que hasta los periódicos más importantes del mundo la califican ya como la "Grecia española". Lo que iba a ser un traspaso de poderes sosegado y tranquilo se ha mutado, de la noche a la mañana, en un escándalo mayúsculo que tiene todos los ingredientes de los mejores guiones del cine negro. Hay de todo y por su orden: Oscuras ingeniarías financieras, cuentas que no cuadran, delatores que pasan papeles confidenciales, destrucción de documentos, trituradoras que trabajan a ritmo frenético, mentiras y no se si también habrá cintas de video, pero todo es posible. Desmontar todo lo que ha sido el aparataje del poder durante 28 años no es cualquier cosa y no puede hacerse sin dejar cadáveres en el camino o que estos revivan y salgan del armario. Esta tierra no está ahora para Quijotes sino para Sanchos, que vea a los molinos como tales, y no los confunda con gigantes.
 
    El horno no está para bollos y las cifras que se manejan son absolutamente preocupantes. No sé si habrá un agujero de 2000 millones en facturas, pero lo que está saliendo a la luz pinta mal y huele peor. Sólo en facturas de hospitales hay 500 millones de impagados, 5.000 agricultores tienen pendiente de pago las ayudas europeas por reconversión del viñedo, apenas hay liquidez para pagar la abultada nómina de los funcionarios y son miles y miles de empresarios los que han hecho llegar ya a los responsables del PP las facturas pendientes de cobro, con lo que con mucho la Junta de Comunidades se ha convertido en la empresa más morosa de toda la región. ¡Y si no que se lo digan a Caritas! que no ha recibido ni un euro de los cuatro millones y medio comprometidos por la administración regional, dentro de su programa de ayudas sociales.
 
    Es verdad que la voz de alarma y la denuncia la ha levantado el PP, pero también es cierto que la propia vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, fue la primera en señalar con el dedo a esta tierra, con la advertencia de que estaba a la cola en todos los parámetros y que no podía seguir endeudándose. Es verdad que en Castilla-La Mancha se han multiplicado los escándalos financieros, que se ha necesitado ayuda para poder sacar del agujero a la CCM, o que ha habido proyectos faraónicos, como el aeropuerto de Ciudad Real, que nunca deberían haber visto la luz, pero ni es la única autonomía en apuros ni tampoco la excepción. Todas las autonomías han despilfarrado, en todas se ha creado una red clientelar perfectamente tejida en torno al poder, independientemente de las siglas del partido que este representara.
 
   Todas han sido máquinas de colocar a amigos y amiguetes, de repartir prebendas, de doblar voluntades y almacenar votos cambio de favores y eso debe acabar porque todos, absolutamente todos estos reinos de taifas están en la ruina y casi en quiebra. A mí me parece bien que, como pide Rajoy, se debata a calzón quitado en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera las cuentas de las autonomías.
 
   Es totalmente necesario desprenderse de toda la ingeniería financiera y empresarial que se han ido inventando desde la transición y, como todos son culpables, nadie debería atreverse a tirar la primera piedra al no estar libre de culpa. El déficits y la deuda de las autonomías hacen imposible el crecimiento de nuestro país, sin contar con los muchos temas tabú que arrastramos, gracias a la fuerza del nacionalismo intocable. Este descontrol hay que pararlo, se produzca en Cataluña, en el País Vasco, en Valencia o en Madrid, y alguien deben meterle mano al asunto, aunque para ello tengamos que desprendernos del tufo partidista e ideológico que suele empañar las decisiones más importantes.
 
   La economía española no puede crecer mientras todos no asuman de una vez su mea culpa, hagan acto de contrición y se dejen de utilizar el "y tu más" que nos tiene hasta el gorro a todos los ciudadanos, y que está en el origen del desafecto por nuestros políticos. Castilla-La Mancha debe ser el ejemplo de lo que no se debería hacer, porque los relevos en el poder debían de ser algo rutinario, sin trampas ni cartón, sin triquiñuelas de mal perdedor ni ánimo de vendetta.