El sentido común del PP
17/04/2011 - 18:44
Informes policiales revelados por el diario El País constatan que ETA está en situación de inseguridad, confusión y vacío de poder, hasta el punto de que hoy por hoy se sustenta en un único comando. Desde junio de 2007, el año en que rompió la anterior tregua, han sido desarticuladas cuatro cúpulas, cinco responsables de los aparatos militar y tres del logístico, y 430 militantes han sido detenidos. Como colofón, la semana pasada han caído dos importantes miembros de ETA en Francia y se ha descubierto en el País Vasco un polvorín etarra con 1.600 kilos de explosivos. Son solo algunos de los datos que reflejan la debilidad de ETA en un momento en que el 90% de sus 750 presos apoya las posiciones abertzales, a favor de la vía política, sin violencia.
Por mucho que haya elecciones pronto y los nervios atenacen al Partido Popular, ¿tiene sentido que sea este el contexto elegido por el PP para arremeter contra el Gobierno, también en el frente terrorista? Peor aún, ¿deben transformar los populares una manifestación de las víctimas del terrorismo en un ataque a Zapatero? ¿Qué lógica tiene relacionar la liberación anticipada en seis años del etarra Troitiño --al fin y al cabo, una decisión judicial-- con las actas de la negociación del Gobierno con ETA en 2006, mientras se jalea el chivatazo del 'caso Faisán'? ¿Es aceptable que la candidata castellano-manchega y número dos del PP, Cospedal, equipare la foto de un etarra celebrando su liberación con champán, tras 31 años de cárcel, con las respuestas de Rubalcaba, en el dichoso 'caso Faisán'? ¿Entiende el PP que se cumple así el Pacto Antiterrorista? ¿O simplemente se trata de embarrar el campo de cara a las elecciones de mayo, incluso cuando hay un pacto entre el Gobierno y la Oposición para impugnar la presencia de Bildu en esos comicios? Realmente, ¿no le llega al PP con la política económica, el paro y los matrimonios de los gais?
A este paso, el Gobierno estará más que legitimado para actuar al margen del PP, cuyas infamias, convenientemente amplificadas por sus altavoces mediáticos, no solo son una mala estrategia política contra ETA, sino que pueden erosionar su credibilidad política como partido llamado a gobernar España, fruto de una alternancia necesaria y en la que no estaría mal un mínimo de fair play y de rigor. También de eso que Rajoy suele llamar sentido común y que por lo visto no abunda precisamente entre sus altos dirigentes.