El show de Trump

29/11/2025 - 11:48 Jesús de Andrés

Si no siguen en detalle lo que ocurre en Ucrania y apenas les llega el eco de los noticiarios patrios, es posible que piensen que Rusia, que de vez en cuando avanza unos metros y noche tras noche bombardea a inocentes civiles ucranianos, tiene la iniciativa.

 Lo cierto es que Rusia está atascada tras casi cuatro años de invasión, su economía está cercana a la implosión y su ejército hoy es más parecido al de Pancho Villa que a las divisiones pánzer alemanas. Eso sí, suple sus carencias y sus limitaciones mintiendo y manipulando a la opinión pública occidental y sobornando a algunos de sus líderes. Su capacidad de resistencia sigue intacta: sabedor de que su pueblo es incapaz de levantar la voz, a su líder no le importa someterlo hasta la agonía. La guerra se ha convertido en su única estrategia porque ha puesto toda la estructura estatal, incluidas sus empresas, a su servicio. Su único plan es continuar. Y ahí entramos nosotros.

Esta semana hemos asistido a un nuevo capítulo del esperpento que está siendo el segundo mandato de Trump: envía a Rusia, en misión inmobiliaria especial, a Witkoff, un churrullero de medio pelo, viejo socio en oscuros negocios, sin tener ni idea de asuntos diplomáticos ni el más mínimo conocimiento del país. ¡Ni tan siquiera llevó su propio traductor a las conversaciones con los líderes rusos! Y, como era de esperar, se lo merendaron, aunque -cierto es- tampoco puso mucha resistencia. Le dieron un plan de paz que era el listado de deseos de Putin, lo filtraron como un proyecto del propio Trump y, para más inri, se han publicado sus conversaciones con los rusos, que no les dejan -ni a él ni a Trump- precisamente en buen lugar. A través de la lisonja constante, ya saben, en principio se ha logrado apaciguar el ego siempre amenazante de Trump, posponiendo una vez más el chantaje definitivo a Zelenski.

La OTAN se creó para frenar a la Unión Soviética, a Rusia, pero en la actual agresión rusa hemos dejado que los ucranianos luchen solos. Las trincheras de Ucrania son las trincheras de Europa, el último bastión que frena al terror. Ella pone los muertos, decenas de miles de jóvenes, y nosotros le remitimos un bízum de vez en cuando a la vez que le atamos una mano a la espalda. Si no hubiera sido por los remilgos de Biden y el temor perenne de los países europeos, hace tiempo que Rusia hubiera caído. Hoy, con Trump como fiel aliado de Putin, es más difícil que sucumba, pero no menos necesario. Nuestro futuro depende de ello.