El Supremo, Garzón y la República
13/04/2011 - 00:00
Estoy convencido de que el Tribunal Supremo sabe, y desde luego también el juez adscrito al mismo encargado de empapelar a Garzón, que las garantías procesales no pueden ser nunca, bajo ningún concepto, garantías para la impunidad, pues si así fuera, la propia Administración de Justicia perdería su razón de ser y habría de ser sustituida por una especie de póker de pícaros donde lo trascendente sería mentir bien y engañar mejor. Naturalmente, el Tribunal Supremo, y más usando ese nombre que remite a lo Máximo, a lo Insuperable, es, si no el que más sabe de leyes, de los que más, por lo que resultaría ocioso señalarle que las garantías procesales lo son, más bien, para salvaguardar la inocencia del reo, pues tan insoportable sería que por las dichas garantías jurídicas los malos se fueran de rositas, como que los buenos acabaran en la cárcel por la inexistencia o quebrantamiento de las mismas. O dicho de otro modo: que las escuchas telefónicas ordenadas por el juez Garzón, en las que los imputados de la trama Gürtel planeaban con sus abogados el modo de escurrir el bulto, vinieron de perlas a la investigación sobre uno de los casos de corrupción más sucios de los últimos tiempos.
A Garzón se le va a sentar en el banquillo por un quítame esas escuchas, sin embargo, antes que a los presuntos delincuentes que persiguió y que se habrían enriquecido, en comandita con políticos sin escrúpulos, saqueando el dinero público. En estos tiempos de tecnologías desatadas, casi todo, por no decir todo, se hace por teléfono o por Internet, de modo que no sería descabellado actualizar, racionalizar y facilitar un poco ese recurso, el del pinchazo, que en tantas ocasiones se ha revelado el único para echar el guante a los indeseables.
Porque, si no, hasta los abogados de esa panda de defraudadores desmantelada por la Operación Karlos, que robaban a los trabajadores para que los zánganos cobraran pensiones, podrían llevar a buen puerto su legítima aunque infumable pretensión de anular el juicio que se sigue en Cádiz por la supuesta invalidez de las escuchas telefónicas, tan lesivas, en verdad, para sus clientes. Un 14 de abril, fecha en que se conmemora el advenimiento de un régimen de libertad regenerador también de la Justicia, la II República Española, puede ser un día particularmente bueno para reflexionar sobre éstas y tantas otras cosas.