El todo y la nada

30/12/2010 - 00:00 Isaías Lafuente

 
El presidente Zapatero vaticinó hace un año que 2010 sería el año de la recuperación y Rajoy pronosticó la catástrofe si el gobierno no cambiaba el rumbo o si directamente no cambiaba el gobierno; por uno del PP, por supuesto. Un año después, Zapatero echa mano de la estadística para concluir que los cuatro trimestres económicos sin signo negativo avalan sus palabras, mientras Rajoy, con otras estadísticas, sigue convencido de que sin él no llegará el milagro. Solo desde un optimismo inquebrantable se puede concluir que la situación en la que nos vamos a comer las uvas es de recuperación. Y sólo desde un pesimismo impostado se puede ignorar que la espectacular pendiente por la que nos hemos deslizado en los dos últimos años tiende a la horizontalidad, que no es poco. La verdad es que ambos se podían haber ahorrado un balance como este. La fotografía política que nos deja el año que se extingue nos muestra un Zapatero que tras la caída del caballo se ha aplicado con el fervor del converso a emprender las reformas que durante meses se negó a considerar. Si las encuestas no yerran, muchos de quienes con su voto le dieron una segunda oportunidad en la Moncloa creen que en la hoguera también se van quemando algunas conquistas sociales irrenunciables. Enfrente, Mariano Rajoy observa el espectáculo sin inmutarse, convencido de que la mera espera pondrá fin a su travesía en el desierto. A estas alturas ya sabemos a lo que está dispuesto Zapatero, pero seguimos ignorando lo que se propone Rajoy. Hace un tiempo prometió en plena campaña un gobierno para España como el que encabezaba el procesado Jaume Matas en Baleares. Después se deslumbró con el modelo irlandés, ahora en quiebra. Y fue buscando espejos en los gobiernos conservadores de Francia y Alemania para terminar tomando como modelo el de David Cameron, aunque no se había leído la letra pequeña. Algún día tendrá que mostrarnos la receta del milagro que promete, para hacernos una idea.